Flaminio Bonilla Valdizón
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Ello pone el dedo en los recuerdos, los buenos y los malos, los gratos y los ingratos. Me imagino a Fito Mijangos con el “Huevo” Guzmán Böckler, platicando del lumpen proletariado con el “Oso” Marroquín Vélez, el “Mico” Dwight Ponce Quezada y el “Chino” Edgar Palma Lau, conversación que seguramente los cinco están cerca desde el Cielo de Dios. Estos amigos eran “Los Cinco Mosqueteros” para un parangón para semejanza y gran cohesión de “El Conde de Montecristo” de Alejandro Dumas, bajo el lema: “todos para uno y uno para todos”. Que todos, el “Huevo”, “Fito”, el “Chino”, el “Oso”, y el “Mico”; siempre de la trinchera revolución, el aula universitaria, como soñaron y pelearon para realizar un día la utopía de ser partícipe del nacimiento de una sociedad redimida, más justa, humana y solidaria.
Recordamos a los vivos y los muertos en su cama; o los que murieron en las ciudades con la frente en alto y a los que cayeron en las montañas, con la cara viendo al cielo. A todos aquellos que jamás fueron comprados per el dinero, la vanidad y la opulencia. A los solidarios con las luchas sociales de nuestra raza. Creo atinado cerrar esta columna, es bueno para ese amigo de infancia de la universidad y colega, Orlando “el Mono” García Rivera, y hablar a nuestro camarada y entrañable de nuestro -Frente Estudiantil Social Cristiano- (FESC). Jesús “Chus” Marroquín Castañeda, asesinado el 17 de julio de 1980 por defender y asesorar a los para Comuneros de Santa María Xelapán de Jalapa. Tanto el “Mono” como “Chus” y yo, teníamos nuestras tertulias con él en la casa de su sobrino-abuelo, el gran don Clemente Marroquín Rojas, ella en la Avenida Bolívar, donde en su dormitorio, que al igual que el tuyo “Chus” y el mío, tenía como cabecera de cama un poster de Ernesto “el Che” Guevara. Porque ni “Chus”, ni el “Mono”, ni el “Mico” Dwight Ponce, ni Tono Mosquera, ni el “Gordo” Marroquín, ni yo o Michelle Marsicovetere, ni muchos otros fuimos hipócritas y jamás escondimos nuestra admiración por el “Che”, por el padre Camilo, por Rogelia Cruz, por Otto Rene, por Luis Turcios. Todos ellos a su manera construyeron sueños, realizaron quimeras, crearon mundos diferentes, “profundizaron su raíz humana y ofrendaron su vida por los olvidados y desvalidos de la tierra”.
Como decía Otto René Castillo: “De los de Siempre” “Usted, compañero, es de los de siempre. De los que nunca se rajaron, ¡carajo! De los que nunca incrustaran su cobardía en la carne del pueblo. De los que aguantaron, contra palo y cárcel, exilio y sombra. USTED, COMPAÑERO, ES DE LOS DE SIEMPRE.”