Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82
Esta semana termina cuando vemos acciones de Consuelo Porras, jefa del Ministerio Público (MP), de cómo usan la Contraloría General de Cuentas (CGC) en contra de quienes estiman enemigos mientras se les escapan rebaños de la verdadera corrupción y seguimos viendo movimientos de la actual Corte Suprema de Justicia (CSJ) que sigue maniobrando a sus anchas para cimentar impunidad presente y futura.
También en esta semana, el Ministerio de Economía (Mineco) presentó un plan de reactivación y recuperación económica y yo decía que si alrededor de ese plan no nos unimos los guatemaltecos que entendemos la realidad y el momento definitivo que vivimos, será muy difícil lograr avances ante los incesantes deseos de las fuerzas que aspiran regresar al pasado en lugar de luchar por un futuro mejor.
Lo que cualquiera imagina, es que una Fiscal General sea el mejor apoyo de sus fiscales pero la realidad chapina es otra porque Porras se ha convertido en una amenaza para aquellos investigadores que hacen su trabajo sin pensar en la cordialidad que doña Consuelo reclama para, según ella, ser reelecta por el presidente Alejandro Giammattei.
Porras le explica al que todo lo ve, que ella está limpia porque tiene el apoyo de Estados Unidos. Sería interesante hacer un repaso actualizado de qué piensan de ella tras sus últimas acciones y fue muy simbólico que en la reunión con fiscales que hizo el Embajador de los Estados Unidos no estaba Melvin Medina y la jefa de la Fiscalía Transnacional.
La Contraloría de Cuentas ha venido funcionando como un mecanismo de pura represión para los que son considerados como enemigos por quienes manejan hilos de impunidad. Todos debemos rendir cuenta, está claro, pero cuando la CGC sabe y calla por la piñata que hacen con los recursos del Estado a todo nivel, en especial en la ejecución de obra que sirve para asegurar votos en el Congreso, no hay coherencia cuando se quiere dar baños de pureza con reparos que dejan mucho que desear.
Hace unos días capturaron a un funcionario de la Contraloría que, a cambio de dinero, suavizaba o eliminaba informes de fiscalización y eso nos debe hacer poner las barbas en remojo de cómo están funcionando las cosas porque esa estructura tenía vasos comunicantes hasta con diputados al Congreso de la República.
La CSJ, Silvia Patricia Valdés, Duarte y Compañía maniobran no solo por impunidad sino que ellos, al igual que Consuelo, buscan que sus acciones les permitan ser nuevos magistrados en la Corte de Constitucionalidad (CC). Por eso es que siempre se han opuesto a reformas al sistema porque si se materializaran, el camino se les vuelve casi imposible.
Hay un juego en no elegir cortes y esto evidencia el pacto entre el Congreso y la CSJ. Al estirar la elección, será esta CSJ la que deje nombrados los magistrados de la CC y por eso los que se han fijado la meta de tomar la CC, guardan silencio ante la no elección aunque eso genere un efecto adverso en la economía.
Pero todo esto pasa, se alienta y fortalece por la indiferencia ciudadana y mientras sigamos siendo unos espectadores pasivos de nuestra realidad, las diferentes fuerzas del sistema podrán maniobrar a su antojo.
Esta gente no está jugando y no les importa poner en más riesgo el futuro de todos en el país pero si la ciudadanía no atina a trabajar alrededor de mínimos con el afán de unirse, estas acciones de las mafias del sistema seguirán siendo el pan nuestro de todos los días.