Juan José Narciso Chúa

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Guatemalteco. Estudió en el Instituto Nacional Central para Varones, se graduó en la Escuela de Comercio. Obtuvo su licenciatura en la USAC, en la Facultad de Ciencias Económicas, luego obtuvo su Maestría en Administración Pública INAP-USAC y estudió Economía en la University of New Mexico, EEUU. Ha sido consultor para organismos internacionales como el PNUD, BID, Banco Mundial, IICA, The Nature Conservancy. Colaboró en la fundación de FLACSO Guatemala. Ha prestado servicio público como asesor en el Ministerio de Finanzas Públicas, Secretario Ejecutivo de CONAP, Ministro Consejero en la Embajada de Guatemala en México y Viceministro de Energía. Investigador en la DIGI-USAC, la PDH y el IDIES en la URL. Tiene publicaciones para FLACSO, la CIDH, IPNUSAC y CLACSO. Es columnista de opinión y escritor en la sección cultural del Diario La Hora desde 2010

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Juan José Narciso Chúa

La protección social se encuentra constituida por un conjunto de mecanismos que apunten a dotar a la sociedad de condiciones para enfrentar enfermedades comunes, enfermedades crónicas, retiros por invalidez y jubilación, entre los principales. Sin embargo, desde que fue creado el IGSS en 1948, la institución no ha sufrido grandes transformaciones organizativas y estratégicas, sino que se ha quedado en la atención constante de grupos de afiliados, pero sin replantear formas o mecanismos que la propia realidad de los países y la dinámica social existente, obligarían a implementarlas.

El actual sistema de afiliación, por ejemplo, merece cambios radicales. Por ejemplo, porque sigue siendo visto como una carga para los empleadores y empleados, cuando en realidad no es así, representa una aportación para el futuro, un apoyo indiscutible cuando los empleados demandan de servicios de salud, pero la afiliación en números exactos, realmente es baja.

Así, por ejemplo, se han quedado fuera grupos de la economía informal, que podrían ser sujeto de beneficio del seguro social, si se les permitiera el pago de una cuota baja y constante, reconociendo el hecho que los ingresos de los trabajadores informales no son de elevado calado, pero que en la medida que fueran sujeto del IGSS, se daría un paso positivo, en el proceso de incorporación a la economía formal, por medio de un incentivo positivo.

Tampoco se toman en cuenta a aquellos trabajadores por cuenta propia, quienes facturan todo el tiempo, no se encuentran vinculados a un empleo formal, pero que el pago de una cuota adecuada a sus ingresos, les permitiría también contar con el beneficio de la protección social y constituiría un pago permanente y significativo para el seguro social.

Las nuevas corrientes del pensamiento de la protección social que se encuentran dentro del ámbito de las personas que realizan un trabajo permanente pero no remunerado, en donde se encuentran todas aquellas personas que realizan otra actividad laboral pero no son reconocidas, pero que inciden en el ámbito de la economía, como las amas de casa que además son trabajadoras, no se les reconoce el esfuerzo de dos o tres jornadas, pero que el trabajo en casa no es remunerado, pero también cocinan, también lavan, también planchan la ropa de esposos e hijos, lo cual implica que su jornada de trabajo se hace extensa y de por sí, extenuante.

También dentro de este ámbito del trabajo no remunerado, se encuentran todas aquellas personas que se dedican a cuidar a un enfermo de la familia, en donde generalmente las mujeres juegan un papel fundamental, puesto que además de las actividades mencionadas, también son las únicas capaces de afrontar el cuidado de un enfermo de la familia, tales como atenderlo, vestirlo, llevarlo al baño, bañarlo, darle sus medicinas y otras, con lo cual también se realiza una actividad agotadora, pero sin reconocimiento de ningún tipo.

La protección social constituye una plataforma de servicios que facilitan la vida de las personas, tanto en su espacio laboral activo, como en aquel tiempo cuando ya se jubilan, pero que permite una mejor condición de vida para las personas.

En Guatemala, el IGSS ha sido visto como un botín para hacer arreglos con las farmacéuticas y desde ahí generar grandes negocios, pero poco se ha visto como un ente crucial para una sociedad. La visión preventiva de la salud obligaría a visualizar la atención en salud de una forma distinta, con lo cual se le quitaría el negocio de la medicina. La actual Junta Directiva del IGSS ha modificado esta visión, pero las nuevas autoridades pareciera que va encaminada en la línea del negocio.

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