Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

En Guatemala mucho se habla de nuestra clase política y de los particulares que buscan aliarse a los primeros para hacer negocios, traficar influencias y/o aprovecharse de una corrupción que encuentra en la impunidad un cómodo camino.

Pero poco hablamos de una realidad que tanto nos afecta y es el “morbo” que existe en nuestra sociedad y que nos genera una inclinación a gozar más con la “sacada de madre” y con el “mal ajeno” que con la “propuesta” y el “éxito de terceros”.

Es más “sexy” la polémica y la confrontación sin el afán de construir o buscar cambios porque, dada nuestra composición social, la gente está más propensa a la “confrontación” que a la composición de esquemas en los que se digan las cosas, se debata con pasión y argumentos, pero se busque incidir para cambiar los aspectos que nos hacen disentir.

Hemos llegado a tales niveles que cuando se murió el joven Antonio Bayer predominaron los mismos cobardes que expresaban que algo andaba haciendo Domingo Choc para que haya muerto de esa manera. En ambos casos, lejos de sentir empatía y condenar la barbarie en contra de Choc, se daba paso a una increíble sensación que mandan algunos de gozo ante el mal ajeno.

Parte de comentar la vida nacional conlleva polémica, señalar extremos con los que uno no está de acuerdo y hasta la crítica de acciones o de personajes, pero siempre es importante que lo que se busque sea generar la incidencia necesaria para que las cosas cambien.

Vivir eternamente polarizados, en iguales o peores condiciones de las históricas, no es la receta del futuro. En La Hora nos hemos impuesto el poder trasladar contenido que aporte, que genere y agregue valor con el afán de incidir más y mejor en las causas estructurales que nos generan un lastre o que nos pueden impulsar para un mejor futuro.

Hemos visto que también nos enfrentamos a un cambio de cultura porque un contenido que aborda un problema y pueda proponer una solución, o cuente una historia de tanta gente que lucha (por citar solo dos ejemplos), no “jala” igual que aquellas que por diversas razones despiertan algún tipo de morbo en la colectividad.

Sin duda alguna situaciones llenas de polémica se van a seguir dando en el país y las seguiremos abordando con la altura con la que siempre buscamos hacerlo, pero no desmayaremos en el reto “cultural” que representa para una sociedad el empezar a hablar más y mejor de las cosas que nos pueden permitir cambios reales e integrales.

En la vida todos debemos vernos para adentro y los ciudadanos tenemos la harta obligación de evaluar qué tanto, nuestras conductas, han incentivado que haya “más sacadas” de madre que terminan siendo estériles y dejamos por un lado, casi completamente, esa necesidad de señalar lo que consideramos que está mal pero acompañado de las alternativas para enderezar el rumbo.

Cambiar los patrones sociales no es fácil, sin duda alguna, pero todos aquellos que estamos plenamente convencidos que un futuro mejor para Guatemala y su gente es posible, no podemos desmayar y sucumbir ante el esfuerzo integral que necesitamos para tener los debates necesarios con el afán de reencauzar el país.

La cadena que pone en mal a alguien en WhatsApp se reenvía mucho más que aquella que quizá destaca la grandeza que hay en las actuaciones un tanto más ordinarias. Este no es un problema exclusivo de Guatemala, pero sí debemos hacer lo necesario por cambiar esa cultura y empezar a llevar a cabo las acciones y sostener los debates que incidan en un futuro mejor.

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