Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

¿Usted alguna vez se ha preguntado dónde estaríamos si en Guatemala fuéramos capaces de proveer oportunidades a tanto migrante que se va en busca de lo que aquí no somos capaces de generar? ¿Se ha puesto a pensar de lo que seríamos capaces si a los que buscan hacer las cosas de forma honrada, en lugar de complicarla, se las facilitamos al tener todos que actuar bajo las mismas reglas?

El día domingo, el Presidente abrió su cadena con los datos en relación al ingreso de remesas y al día siguiente nos enteramos que van 41 mil migrantes capturados en la frontera sur de Estados Unidos.

Hay que notar que ese aporte que hacen nuestros migrantes es producto de su esfuerzo y nada más que eso, porque el nuestro ha sido un Estado que los ha abandonado históricamente y, en el último Gobierno, por andar comiendo gallina con loroco.

Morales y su pandilla, lejos de apuntalar al migrante lo fueron a vender con el afán de intentar salvarse ellos. Morales, Degenhart, Jovel y Duarte se entregaron a los brazos de Donald Trump pensando que con eso harían que Estados Unidos se olvide para siempre de sus fechorías. A Gustavo Alejos y a Alejandro Sinibaldi los nominaron años después de sus primeras fechorías.

Y digo que solo pensaron en su pellejo porque no vendieron caro y en favor de los nuestros, los acuerdos de tercer país seguro. En La Hora, desde aquel momento, hemos afirmado que el Gobierno de Morales le dijo a Trump que si presionaba con sanciones, la tarea se les pondría más sencilla y nunca pidieron a cambio algunas medidas que aliviaran a la clase trabajadora que tanto aporta a las economías de ambos países.

Y traigo todo esto a colación, porque ahora es el momento en el que debemos trabajar para generar oportunidades para esos miles que las piden a gritos y por cohesionar esfuerzos para darle en la nuca a un sistema que no permite que se generen más y mejores oportunidades.

Además, es necesario que en GT hagamos nuestros deberes y que se encuentren puntos de convergencia con los Estados Unidos que nos permitan, además, obtener mejoras para nuestra gente. En nuestros Estados las mafias de cuello blanco cada vez tienen menos peso porque el narcotráfico está más consolidado y eso le preocupa a los americanos, al punto que esa fue una de las razones por las que se les paró el pelo con la elección de cortes que tan finamente había arreglado Gustavito como cariñosamente le dice la Sandrita.

Al Estado de Guatemala se le pide que haga su parte en lucha antinarcótica (debe hacerlo con o sin Estados Unidos) pero ello también abre la puerta no solo a pedir apoyos logísticos y materiales para combatir el crimen aquí, sino debe ser la avenida de negociación en favor de nuestros migrantes. Varios de ellos, no todos, migran huyendo de la violencia que tiene vasos comunicantes con la operación del crimen organizado.

Sabiendo esta realidad, es que nunca he entendido cómo es que en el país opera una parte del sector privado organizado que termina, quizá sin hablarse, sirviendo a las intenciones de mafias más poderosas que están por encima de su capacidad de maniobra.

Deben y debemos abrir los ojos, porque mientras en este sistema se elijan jueces como parte de un plan de Alejos, Sinibaldi, Baldizón, El Rey, abogados agrupados que tienen dentro de sus clientes a copetudos y miembros rasos del crimen, nunca tendremos capacidad de generar las oportunidades necesarias y atraer las inversiones serias que tanto necesitamos.

Si en Guatemala nos propusiéramos que quienes piensan migrar, aquí se convirtieran en los que nos ayuden a construir carreteras (otorgadas sin corrupción), hacer o remodelar colegios, hospitales y cárceles, solo por mencionar algunas opciones, sin duda que seríamos un país mucho mejor para crecer económicamente.

Ojalá pronto surjan voces empresariales que estén dispuestas a denunciar los vicios del sistema y que eso nos sirva de punto de partida para empezar a alcanzar acuerdos multisectoriales alejados de aquellos que no solo defienden el sistema, sino lo necesitan para operar.

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