Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

post author

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

El diario Wall Street Journal adelantó la noticia que ha sido confirmada por otros medios, entre ellos el New York Times que hoy le dedica abundante espacio, a la noticia de la promesa solemne (pledge) que piensan hacer empresas farmacéuticas en el sentido de que no buscarán una aprobación prematura de la vacuna contra el Sars-cov-2 por presiones políticas que puedan recibir de la administración Trump. Y es que el anuncio de una vacuna antes del 3 de noviembre es algo que se está buscando desesperadamente y vistos los antecedentes del sometido comportamiento de la FDA que ha antepuesto la política a la ciencia, no sería extraña una aprobación precipitada.

Se cita específicamente a las compañías Pfizer, Moderna, Johnson & Johnson, GlaxoSmithKline y Sanofi como las que la semana próxima emitirán un comunicado conjunto en el que reafirman su compromiso de apresurar las pruebas para verificar la eficiencia de la vacuna, pero sin aceptar presiones de ningún tipo para ceder a aprobaciones prematuras que violenten los procedimientos científicos que permiten determinar no sólo la calidad sino la eficacia de nuevos medicamentos o vacunas.

Yo escribí hace algún tiempo sobre la forma en que gobiernos autoritarios que se pasan la ciencia por el arco del triunfo, porque su interés es más político que sanitario, estaban ejerciendo presión para apresurar la aprobación de una vacuna que les pueda servir como instrumento de propaganda. Entre los gobiernos autoritarios de hoy en día entra el de Estados Unidos donde los sistemas de control, de rendición de cuentas, de pesos y contra pesos que son característicos de una democracia, se han relajado al punto de que algunos ya ni existen como práctica de las autoridades. En Rusia también avanza a marchas forzadas la aprobación de una vacuna bajo la presión enorme de Vladímir Putin.

Pero en el caso de Estados Unidos todo gira ahora alrededor del 3 de noviembre, fecha en la que se realizará la etapa final de las elecciones que ya empezaron con el voto por correo y siendo la pandemia uno de los grandes factores que han modificado el panorama electoral, una vacuna podría ser muy útil para la administración de Trump, aunque no estuviera suficientemente probada de acuerdo a los patrones científicos.

Es un hecho que nunca en la historia se había avanzado tanto en los estudios sobre una vacuna como ha ocurrido con el Sars-cov-2 en lo que inciden varios factores. Por un lado los avances en la ciencia médica son notables, pero también hay que tomar en cuenta que la humanidad no se había enfrentado a una situación como la del Covid-19 que ha contagiado a 26.6 millones de personas y cobrado 875,000 vidas, causando estragos en todos lados y provocando una de las peores crisis económicas que registra la historia.

Creo que la promesa solemne que harán esas compañías, que trabajan a todo vapor para lograr una vacuna efectiva, es un modelo de responsabilidad social empresarial que vale la pena destacar y reconocer porque están anteponiendo su deber ético y moral de proveer un tratamiento eficiente a presiones (y estímulos) espurios que tienen fundamento político.

Artículo anteriorIxoqi’
Artículo siguienteCapturan a 16 presuntos distribuidores de droga