Sandra Xinico Batz

sxinicobatz@gmail.com

post author

Sandra Xinico Batz
sxinicobatz@gmail.com

La fuerza de las mujeres indígenas ha sido fundamental para que las culturas originarias continúen vivas hasta hoy, a pesar del genocidio continuado. Son las mujeres las que principalmente se esfuerzan por mantener y heredar los idiomas nativos, la creación y uso de la indumentaria, la partería, la medicina y otros elementos que componen nuestra cosmovisión. Las mujeres de pueblos originarios luchamos desde los distintos territorios contra el racismo, el extractivismo, el patriarcado y el empobrecimiento, una lucha que no se ha detenido en estos últimos 500 años porque la realidad no ha cambiado para los pueblos originarios de Guatemala y el mundo.

Ser mujer indígena en un país racista y colonial implica luchar toda la vida, porque desde que somos concebidas nuestra existencia es marcada por la desigualdad y la exclusión, colocándonos en la escala más baja de la sociedad, con el doble, triple o cuádruple desprecio hacia nuestras vidas por ser indias, mujeres, pobres y/o rurales. Al nacer heredamos también los dolores y traumas experimentados por nuestras ancestras, los cuales han sido provocados con saña y extrema violencia para acabar con los pueblos y su resistencia.

Desde la invasión colonial nuestra historia ha estado marcada por la violencia sexual y la esclavización, con las cuales se ha buscado someter a nuestros pueblos y a las cuales se recurre todavía en la actualidad para amedrentar a las mujeres y así impedir que sigan luchando. En Guatemala las mujeres mayas, xinkas, garífunas y afrodescendientes forman parte del grupo social más excluido; al mismo tiempo que se nos empobrece, explotan nuestra imagen a través del folklor y el turismo que nos mercantiliza y explota todo lo que nuestros cuerpos producen a la vez nos aborrecen por ser indias o negras.

A las mujeres indígenas nos quieren calladas, obedientes y sumisas; que agachemos la cabeza y que sonriamos todo el tiempo mientras nos violentan, discriminan o matan. Cuando una mujer indígena denuncia el racismo y el machismo es aborrecida, porque no está cumpliendo con el papel que le “corresponde” o que le fue asignado en la estructura social racista; cuando una mujer indígena denuncia inmediatamente es amedrentada y acusada de violenta resentida, porque únicamente hay disposición a escuchar cuando decimos las cosas de la forma y en el tono en que quieren que las digamos, porque de lo contrario nos convertimos en abusivas igualadas. A las mujeres indígenas se les quiere como sirvientas no como sujetas políticas.

El 5 de septiembre de 1782, Bartolina Sisa, mujer aymara, fue asesinada por los colonizadores españoles en Bolivia, que además de ahorcarla, desmembraron su cuerpo como una forma de escarmiento público, por el atrevimiento de Bartolina de encabezar la sublevación en contra de los españoles. En homenaje a ella se instituyó esta fecha como el Día Internacional de la Mujer Indígena. La importancia de la memoria radica precisamente en no olvidar que, el hecho de estemos hoy acá, ha significado la lucha de miles de mujeres que como Bartolina dieron hasta su vida por liberarnos.

Artículo anteriorAdministrar, comunicar y gobernar…
Artículo siguienteModelo de responsabilidad empresarial