Guatemala ha ido relajando las medidas de aislamiento que se establecieron al principio de la pandemia del Covid-19 y cada día se nota más actividad y movilización como parte de la reapertura dispuesta por las autoridades cuando decidieron trasladar la responsabilidad a los ciudadanos para que se cuidaran por sí mismos. En el tema del transporte, los acuerdos pendientes no tienen que ver con la mecánica de la reapertura sino más bien con el precio de los pasajes para asegurar la rentabilidad de las operaciones y es básicamente eso lo que ha detenido el reinicio del servicio.
Pero en cuanto al transporte aéreo, que comunica a Guatemala con el resto del mundo, estamos en verdaderos pañales porque las autoridades a cargo de los aeropuertos no atinan a diseñar una estrategia eficiente para regular la operación de las líneas aéreas que no tienen ninguna idea de cuándo se restablecerán esas operaciones porque, simple y sencillamente, la autoridad competente tampoco tiene la menor idea de qué hacer. Se sabe que la Coprecovid, que está trabajando con los transportistas terrestres en el protocolo de operación, trabaja ya con la Dirección de Aeronáutica Civil para lograr el mismo objetivo pero se tiene que entender que el total aislamiento que sufre Guatemala por la falta de operación de las líneas aéreas es grave y puede tener consecuencias de largo plazo en la medida en que éstas decidan retirar algunas frecuencias debido a la poca certeza que se les ofrece.
Uno de los sectores mejor regulados internacionalmente, luego de la explosión de la pandemia, ha sido el de la navegación aérea que se ha ido normalizando en casi todos lados y los vuelos restablecidos se adaptan a nuevas disposiciones y regulaciones que pretenden evitar contagios. Europa y Norteamérica, así como la totalidad de Asia, están ya con las rutas habituales cubiertas por las respectivas líneas aéreas que, no obstante, se han visto afectadas por la baja demanda consecuencia del temor que prevalece entre la población. Algunas rutas han sido readecuadas y algunas frecuencias suprimidas y en Guatemala ya se ha advertido que puede haber consecuencias en ese sentido, lo que repercutirá en el precio de los boletos porque a menos competencia y menos opciones para viajar, mayor será su valor.
El sector turismo en el país es uno de los más afectados y el efecto se agravará en la medida en que se mantenga el cierre de la principal terminal aérea que contrasta, paradójicamente, con el relajamiento casi total de medidas dispuesto por el mismo gobierno hace ya un mes.