Lic. Douglas Abadía Cárdenas
abadiadouglas80@gmail.com
Desde hace más de tres décadas se ha centrado la mirada en los impactos y consecuencias de la utilización de los videojuegos en los niños y adolescentes; consecuencias que van desde la adicción que se puede experimentar con su uso hasta la reproducción de violencia y los cambios de conducta.
La violencia es uno de los principales temas del entretenimiento de los videojuegos, representada con una variedades rostros: se hace presente en las carreras de autos donde los accidentes se producen y se observan de forma natural, en la aparición de monstruos, batallas, guerras y combates, y en un sin fin de escenarios e historias que tienen como elemento recurrente, el mostrar la violencia de forma cada vez más explícita y real.
Menciono lo anterior, pues he tenido la oportunidad de visitar distintos mercados de barrio en la ciudad capital (antes de la pandemia del Covid-19) y he notado que han proliferado decenas de negocios que ofrecen en alquiler consolas de videojuegos para niños y adolescentes. Lo curioso del caso es que mis visitas han sido por las mañanas y se evidencia como decenas de infantes se encuentran aferrados a la televisión y la consola de videojuegos.
En todo el mundo, desde que surgió el videojuego, los niveles de uso y consumo han variado; sin embargo, en la actualidad el 45% del ocio audiovisual corresponde a los videojuegos.
¿Qué instituciones le entran al tema?, ¿tendrán estos niños y jóvenes padres o algún encargado que les guié a ocuparse en otras actividades más productivas que ociosas?, ¿se sentirán realizados al lograr sus deseos más profundos de forma virtual pues en la realidad suceden cosas adversas?
Dicen que el futuro de un país es su niñez, pero en el caso guatemalteco nuestra niñez asume roles de adulto; muchos tienen que trabajar en lugar de educarse, otros ni se han formado como individuos tanto física como psicológicamente y ya están dando vida a sus retoños; otros delinquen a diestra y siniestra al grado de que muchos quedan tendidos en las calles por querer jugar al gallo y todavía son pollitos.
Es momento de replantear lo que sucede con nuestra niñez y juventud, los distractores están a la orden del día y en el caso guatemalteco más aún, pues ni desde el nivel familiar hasta el gubernamental nadie apuesta por la niñez y juventud guatemalteca.
¿Qué podemos esperar de estos niños y jóvenes adormecidos en los videojuegos?, ¿tendrá nuestro país un futuro prometedor tomando como base a nuestra juventud actual?
Estas reflexiones tienen como fin, hacer un llamado a la responsabilidad: que los padres no abandonen la tarea de guiar a sus hijos, y sobre todo, la idea de empezar por concientizar e incidir para lograr los cambios que necesitamos como sociedad. Tan solo con una clara conciencia ciudadana al respecto, tal vez algún día podemos ver la luz al final del túnel.