Tras los acuerdos del 14 de enero que dieron vida a la nueva versión del pacto, poco a poco se han ido alineando todos los astros en el escenario para impulsar con todo vigor el objetivo fundamental de cimentar el sistema de impunidad que se vio seriamente alterado a partir del año 2015, cuando se produjo el destape de importantes casos de corrupción que evidenciaron hasta dónde llegaba el nivel de podredumbre de nuestro sistema político que produjo un Estado Capturado por poderes fácticos que pactan con el poder formal para enriquecerse y protegerse de eventuales persecuciones penales.
Quienes se unieron para arropar a Jimmy Morales en su esfuerzo por acabar con la lucha contra la corrupción mediante aquella polarización que montó la patraña para hacer ver que esa lucha era agenda de la izquierda internacional (sin que les importara que de ser así, en sentido contrario, se implicaba que la corrupción era agenda de la derecha), no perdieron el tiempo y el mismo 14 de enero dieron la campanada cuando, aliados con Giammattei, dominaron el Congreso creando una aplanadora en la que eran fulgurantes los Alejos, los Arzú, los diputados del narco candidato Mario Estrada, las huestes de FCN, de Sandra Torres y otras joyitas de colección.
Rápidamente y sin perder tiempo se subieron al barco los empresarios organizados encabezando a los que estaban listos para aplaudir la elección de magistrados que estaba dirigiendo desde su cómoda prisión Gustavo Alejos, negociando con los abogados que serían la absoluta garantía de que el sistema de justicia no volviera a provocar sobresaltos como los que venían sufriendo desde hace cinco años.
La perfecta alineación de los políticos, los jueces y magistrados comprometidos con la impunidad, los dirigentes de un CACIF que se olvidó hasta de las apariencias, todos unidos bajo el comando del presidente Giammattei, han ido afinando el plan para no sólo desobedecer a la Corte de Constitucionalidad, lo cual es una ruptura del Estado de Derecho aunque el gobernante quiera maquillarlo, sino para descabezar a ese alto tribunal con la complicidad de la Fiscal General.
Faltaba una pieza periférica de la que todos hablan con asco hasta que lo necesitan para hacer bulto. Y ayer en medio de una competencia de elogios y en evidente acción de sobarse la leva mutuamente, Joviel Acevedo, a quien Giammattei en campaña definió como un “enemigo”, se dio la mano con el Presidente con el mismo entusiasmo como en su momento lo hizo con tantos de sus antecesores. Los comentarios sobran y baste recordar: Dime con quién andas…