Napoleón Barrientos

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Guatemalteco, originario de Alta Verapaz, forjado bajo los principios de disciplina, objetividad y amor a la patria; defensor del estado de derecho, de los principios de la democracia, con experiencia en administración pública, seguridad y liderazgo de unidades interinstitucionales.

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David Barrientos

La palabra estrategia se define como la ciencia y el arte del mando militar aplicados a la planeación y conducción de operaciones de combate en gran escala. Recientemente este término se ha aplicado a otras actividades humanas como: de estado o de negocios, de tal forma que hoy es parte esencial en la dirección responsable, que consiste en la enumeración de recursos y la forma de emplearlos para alcanzar un fin determinado, aprovechando las oportunidades y evaluando los riesgos en función de objetivos y metas; así en la estrategia general se concibe la dirección, determinando y revelando el propósito en términos de objetivos de largo plazo, programas de acción y prioridades para la asignación de recursos.

Si esto fuese así, la parte de revelar el propósito de la estrategia para enfrentar el COVID-19, aun no nos la han revelado a la población en general, si es que existe tal estrategia, sobre todo en lo referente a: los recursos económicos asignados para enfrentar la pandemia, el propósito de la activación económica o apertura de la actividad comercial que no pelea con nadie, los términos en que se concibe las alertas por semáforos, sobre todo porque los datos proporcionados por el gobierno son solo un subregistro, pero que la realidad es otra; estamos en una etapa donde en cada familia o circulo cercano hay ya enfermos que no son parte de los registros oficiales. Tal situación se está manifestando en cada espacio comunitario, encendiendo las alarmas respecto a la realidad sanitaria y entendiendo que los “datos oficiales” solo son eso, pudiendo conducirnos a falsas expectativas de control y contención, y que las personas descuiden sus protocolos familiares o individuales y el resultado sea catastrófico en las semanas venideras. Por ejemplo, se informa de el descenso en la mortalidad hospitalaria, pero no se dice nada de las muertes en los hogares y de la desconfianza de asistir a los centros hospitalarios en general.

No está de más recordarle a quienes dirigen los esfuerzos estratégicos de gobierno, que es muy fácil sucumbir ante los datos estadísticos que justifiquen su quehacer; esta crisis sanitaria requiere de los más claros datos posibles, no caben los barras fantasiosas e irresponsables. La seriedad con la que debe atenderse el tema es de máxima envergadura; una prueba de fuego para los hombres y mujeres que intentan aplicar como estadistas, donde la única forma de producir resultados es con un equipo multidisciplinario de carácter estratégico y comprometidos con los guatemaltecos. Solo así puede convertirse esta crisis en oportunidades, siendo una de ellas, generar confianza en los servicios públicos, lo que solo puede suceder cuando las acciones van de la mano con las explicaciones generales de cómo se han empleado y se emplearan los recursos económicos, humanos y materiales dispuestos para esta situación.

Cabe recordar que es mejor tener un mal plan, que la ausencia de este; enlazar ideas con acciones resulta en posibilidades; además, iniciado un plan, este puede repensarse, reciclarse, cambiarse, de tal manera de hacerlo evolucionar, pero sobre todo develarlo a los involucrados, o sea a todos los guatemaltecos.

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