Las actividades económicas han ido retomando paulatinamente. Foto La Hora

Hay personas que no sólo creen que hemos vuelto a la normalidad sino que se empeñan en actuar como si fuera cierta aquella idea expresada por Donald Trump en el sentido de que el virus desaparecería mágicamente. Pese a la evidencia de que el virus persiste y hay contagios, están intentando demostrar y enviar el mensaje de que ya todo pasó y que es momento de volver a los centros comerciales como si nada hubiera pasado, acudir a restaurantes y establecer las viejas rutinas respecto al trabajo presencial porque, con la apertura, no hay razón para que persistan las medidas de precaución que se establecieron hace ya casi cinco meses, cuando se produjo el primer caso confirmado en el país.

El gobierno actuó por el peso de la situación económica que está pasando una elevada factura no sólo a las empresas sino a toda la población porque las restricciones significaron merma en la actividad con una pesada secuela. Pero le faltó sin duda explicarle a la gente que estaba, por lo menos, colocando la economía al mismo nivel de preocupación que existe por la salud y esa falta de precisión hace que la gente asuma, en no pocos casos, que ya estamos de vuelta a la vieja normalidad y que todo se puede hacer como si no existiera ningún riesgo de contagio. Orgullosos mostraron su identificación con las nuevas medidas acudiendo a los centros comerciales para dejar clara su sensación de que ya todo pasó.

De ajuste tenemos un flujo de información que deja más dudas que respuestas porque existe la sensación de que continúa la manipulación de las cifras que se hizo durante la gestión anterior en Salud Pública y por lo tanto lo que tenemos más que luces de un semáforo es un termómetro sin números para leer la temperatura, lo que se traduce en que finalmente nadie pueda saber realmente cómo estamos y para dónde vamos.

Entendemos claramente la preocupación por el tema económico, sobre todo porque las medidas de apoyo a la población, tan cacareadas, no han sido lo efectivas que se esperaba. Por lógica elemental, en una crisis económica los primeros que sufren y pagan el pato son los más pobres que en Guatemala son mayoría y debe haber preocupación por ellos. Pero de eso a que simplemente todo vuelva a la normalidad, como si el virus hubiera desaparecido, hay una gran diferencia que puede tener gravísimas implicaciones en los próximos días, sobre todo si se logran realizar pruebas suficientes para una correcta medición del nivel de contagios.

Redacción La Hora

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