David Martinez Amador

Politólogo. Becario Fulbright-Laspau del Departamento de Estado Norteamericano. Profesor Universitario,, Analista Político y Consultor en materia de seguridad democrática. Especialista en temas de gobernabilidad, particularmente el efecto del crimen organizado sobre las instituciones políticas. Liberal en lo ideológico, Institucionalista y Demócrata en lo político.

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David C. Martínez Amador.

A lo largo de esta serie de artículos he intentado presentar una correlación intensa entre la tradición filosófica occidental y la experiencia de la pandemia o la peste. ¿A qué se debe esto? La respuesta es muy simple.

Vale la pena recordar la frase latina del cómico Publio Terencio: ´ Homo sum, humani nihil a me alienum puto´ la cual significa, «Soy un hombre, nada humano me es ajeno». Y no hay nada más humano, que la filosofía misma. Por lo tanto la filosofía – como ejercicio de reflexión sistemática- no puede ser ajeno a los hechos que afectan a los hombres.

La filosofía y quienes la hacen –como aspecto profesional o forma de vida- tienen siempre algo que decir al respecto de los eventos humanos. Esto ha sido así, en la antigüedad cómo en los tiempos modernos. Los filósofos que aún respiran se pronunciaron frente a la pandemia. Aquí algunos ejemplos. El italiano Giorgo Agamben llegó a referirse a esta pandemia cómo un simple gripe pues le preocupaba menos el virus que la reacción al mismo: Se equivocó él y las autoridades italianas. El esloveno Slavoj Zizek, consideró que el orden político y económico actual estaba condenado a desparecer producto de la pandemia. Se equivocó completamente pues lo que vemos son, esfuerzos permanentes por retornar a la ´normalidad´: El capitalismo no está vencido. El filósofo coreano Chul-Han llegó a plantearse que gracias al virus, la diferencia entre occidente y oriente se venían abajo pues las democracias occidentales deberían construir mecanismos de control permanente (al estilo asiático) para poder controlar la expansión del virus. La política de la hiper-vigilancia´ en términos de Chul-Han. Pero en Occidente, por el contrario, la preocupación de los gobiernos es retomar la normalidad y reactivar la economía lo más pronto posible.

Si, los filósofos se equivocan y algunos famosos se equivocaron sobre esta pandemia. Pero lo que importa no es el resultado, sino el proceso, el esfuerzo de reflexionar sobre lo que se vive. Sistematizar el sentido de la experiencia de vida es la mayor genialidad de la filosofía porque la existencia no nos puede dar igual. Por eso, ante toda situación que acontece – sobre todo si la existencia física se pone en juego- es importante echar mano de la filosofía para comprender, para entender, para darle sentido y para asumir – si es necesario- las consecuencias. ¿Haremos frente al mundo covid19 desde una posición estoica asumiendo el dolor y la muerte sin quejarnos? ¿ O seremos cínicos al respecto y gestaremos la irreverencia ante la sociedad post-covid? ¿O sufriremos si seguimos el epicureísmo dándonos cuenta que es imposible en estos días lograr una vida estable y tranquila? ¿O seguiremos un hedonismo barato y a pesar de los riesgos daremos rienda a suelta a los placeres corporales?

Nótese lo importante de la reflexión que acabamos de hacer: Cualquier opinión y actitud que tengamos sobre la actual pandemia del covid, prácticamente está incluida en una doctrina filosófica tanto antiguo cómo, moderna. Por lo tanto, la filosofía no es un acto árido y aburrido, sino una necesidad para que esta existencia, tenga sentido.

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