Juan Antonio Mazariegos

jamazar@alegalis.com

Abogado y Notario por la Universidad Rafael Landívar, posee una Maestría en Administración de Empresas (MBA) por la Pontificia Universidad Católica de Chile y un Postgrado en Derecho Penal por la Universidad del Istmo. Ha sido profesor universitario de la Facultad de Derecho de la Universidad Rafael Landívar en donde ha impartido los cursos de Derecho Procesal Civil y Laboratorio de Derecho Procesal Civil. Ha sido y es fundador, accionista, directo y/o representante de diversas empresas mercantiles, así como Mandatario de diversas compañías nacionales y extranjeras. Es Fundador de la firma de Abogados Alegalis, con oficinas en Guatemala y Hong Kong, columnista del Diario La Hora y Maratonista.

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Juan Antonio Mazariegos

En los años 80, en Cobán, Alta Verapaz, se podía quedar con los amigos a juntarse en “la esquina del semáforo”, estratégicamente ubicada a las afueras del cine más popular de la cabecera departamental, era un punto clave para saber quien había llegado a la función y sobre todo, de muy fácil ubicación, puesto que era el único semáforo de la localidad. El semáforo estaba colocado a baja altura en una esquina y tenía la particularidad de que el control para apagarlo era de fácil acceso, lo que permitía que más de algún gamberro se divirtiera viendo a los vehículos parados frente a él, sin que el mismo funcionara, volviendo al semáforo obsoleto en la mayoría de las ocasiones.

El próximo lunes 27 de julio entrará en funcionamiento el semáforo epidemiológico que han creado la Coprecovid y el Ministerio de Salud, como una fórmula para administrar un desconfinamiento que permita la tan necesaria apertura económica y nos lleve a lo que las mismas autoridades han denominado la nueva normalidad.

Con independencia de los colores que conforman el semáforo en cuestión y lo que significa para la libertad de la población cada uno de esos colores, hay dos datos que deben considerarse, a mi entender, para saber si el semáforo epidemiológico será un instrumento de gestión para la lograr la tan anhelada normalidad o bien un artefacto obsoleto que simplemente castigará aún más al país y a la economía de la población en general.

La capacidad de diagnóstico, es bien sabido por todos que el país no cuenta con la capacidad de implementar un programa efectivo de toma de muestras para Covid 19, si a eso sumamos la concentración de las pruebas en los Municipios que se ubican en el centro del país, resulta oportuno preguntarse en base a que cantidad de muestras se podrá determinar si un municipio se encuentra o no dentro de los parámetros que le obliguen a estar en rojo o bien le permitan estar en verde a efectos de lograr una apertura segura.

Por otro lado, los indicadores para cambiar el semáforo resultan imposibles de cumplir. De conformidad con un estudio presentado por la entidad Diestra, la ciudad de Guatemala presentó 444 casos por cada 100 mil habitantes durante los primeros 15 días del mes de julio y para poder llegar al color naranja, siguiente gradación en el semáforo, debemos de llegar a menos de 25 casos por cada 100 mil habitantes. Según el mismo estudio, la última vez que estuvimos en menos de 25 casos fue el 18 de mayo, cuando los contagiados eran menos y en consecuencia mucho menor el riesgo de contagio, como refería el mismo autor del estudio, bajar la curva será mucho más lento que lo que resultó subirla.

Entiendo la necesidad de establecer un parámetro, no soy un epidemiólogo como para poder determinar si menos de 25 casos o menos de 100 son el parámetro adecuado para desconfinar a la población, de lo que si entiendo y más que entender lo veo, es que nuestra gente está sufriendo más por el confinamiento y el cierre de la economía que por el virus que ha provocado el cierre. Es indispensable que nuestras autoridades recapaciten, vean nuestra realidad, no tenemos recursos para hacer las pruebas adecuadas en cantidad y calidad, no somos un país que pueda mandar a su población a confinarse indefinidamente, necesitamos trabajar, por supuesto con todas las medidas de seguridad necesarias. Un semáforo con los parámetros adecuados y apegado a nuestra realidad puede ser útil, un semáforo sin esas características servirá únicamente para ignorarlo y mofarse de él.

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