Mariela Castañón
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Pensaba que dentro de poco tiempo cumplo doce años de ejercer periodismo. He disfrutado y aprendido de cada momento, experiencia, situación y desafío que se ha presentado en mi carrera periodística.
Algunas situaciones han sido más complejas que otras y no solo han demandado exigencia, rigurosidad y profesionalización, sino también preparación física, psicológica y emocional para sobrellevarlas.
Tengo enorme gratitud a diferentes personas que me han acompañado en el ejercicio profesional, a fuentes de información valiosísimas y a diferentes profesionales que han enriquecido mi trabajo con sus aportes y conocimientos, así como a muchas familias guatemaltecas, que a pesar del dolor de perder a un ser querido, han abierto las puertas de su casa para compartir historias y dignificar memorias.
Hace algunos meses también pensaba en la intención de crear de un proyecto, un libro, que pueda recoger historias, anécdotas, situaciones personales que se guardan en la mente, en el corazón, en un objeto, en una libreta y que nos recuerdan todo el proceso de formación que llevamos en esta noble profesión.
El año pasado recibí un taller de edición en Sophos, impartido por Eduardo Villalobos; me gustó mucho la forma como él nos impartía contenidos, nos transmitía conocimientos y nos recordaba la importancia de ejecutar ese proyecto que anhelamos, un libro.
Eduardo nos reiteraba la razón por la que estábamos en el taller y porque era necesario trabajar en ese proyecto. Muchos de los que participamos anteponíamos trabajos, horarios, probablemente justificaciones.
En los últimos meses del año, estaba muy entusiasmada con el taller y empecé a escribir, pero después, por las diferentes responsabilidades laborales me fui alejando de la meta.
Creo que vale la pena retomar proyectos, ejecutarlos, contar historias y lograr probablemente esa catarsis que muchos de los que escribimos necesitamos. Ojalá pueda organizar mi tiempo y concluirlo lo antes posible.
A la mayoría de periodistas nos encantaría escribir libros, algunos lo han hecho y otros estamos en ese proceso. Quizás es la ilusión de contar una historia más amplia desde nuestro espacio personal, o bien revelar acontecimientos e información que hemos guardado, o acumulado.
Me siento identificada con lo que decía el periodista polaco Ryszard Kapuscinski: “los despojos, los residuos carentes de valor de mi trabajo, son precisamente los materiales más valiosos, porque sin ellos no habría huella de los recorridos de la memoria”.
En el libro “Los cinco sentidos del periodista”, también hace referencia que “los textos escritos hace tres, cuatro o cinco meses no tienen el mismo valor que el de ayer. Eso es irremediable. Por eso varios escritores y periodistas tratan de salvar sus escritos de esa extinción publicando libros, un soporte que da a los textos la posibilidad de evitar la matanza del tiempo”.