Ayer la Alianza Evangélica de Guatemala dio una fundamental muestra de sentido común al rechazar la iniciativa planteada por la bancada Valor en el Congreso de la República para legislar a fin de que se reanuden las actividades masivas en las iglesias para la celebración de todo tipo de oficios. Es el primer conglomerado religioso que se pronuncia al respecto y lo hace partiendo de la lógica que indica que actualmente, con la propagación que tenemos del COVID-19, es imprudente congregar a muchos fieles en espacios reducidos, admitiendo que de hacerlo se producirían nuevos contagios que obligarían a colocar a todos los miembros de la iglesia afectada en forzada cuarentena, además del riesgo de que puedan enfermarse gravemente varios y hasta morir algunos.
El tema de fondo aquí es el planteamiento que hacen algunos sobre el ejercicio de las libertades en medio de la pandemia. Así como algunos manifestantes piden que cese todo tipo de restricción y que se deje de regular la actividad ciudadana, evidentemente en el partido Valor piensan que el cierre de las iglesias atenta contra la libertad religiosa, cuando lo que se está tratando es de prevenir la expansión brutal de los contagios. Hemos visto ya el efecto que medidas como la propuesta en el Congreso ha tenido en países como Estados Unidos donde, desoyendo a los científicos, el también farisaico Presidente se quiso congraciar con los líderes religiosos en busca de votos para su reelección abriendo las iglesias. El resultado ha sido catastrófico porque los Estados donde se siguió la línea del gobernante están ahora viviendo un incremento brutal de los casos y nuevamente se han saturado hospitales que ya parecían haber superado la crisis.
Es probable que algunos diputados piensen que su fe impedirá que los fieles se contagien pero resulta que el Virus Sars Cov-2 no hace distingos. En los años de la guerra civil española algunos soldados se creían inmunes a los disparos de los republicanos porque llevaban una imagen del Corazón de Jesús a la que llamaban “Detente Bala”. A muchos ni tiempo les dio para darse cuenta que no surtía tal efecto.
Hay comunidades religiosas que han seguido atendiendo a sus fieles con la tecnología y éstos se han dado cuenta que para estar en comunión con Dios y escuchar su palabra existen medios eficientes que, por supuesto, no sustituyen experiencias vivenciales como la Comunión, pero que se puede recibir espiritualmente a Dios con una buena y acertada guía. Hay circunstancias en las que Dios pide que debemos actuar con responsabilidad por nuestro bien y el de los demás.