Sandra Xinico Batz
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Hace unos días Alejandro Giammattei realizó una reunión con representantes de los pueblos indígenas para (supuestamente) escuchar sus necesidades y peticiones. Como regularmente ocurre cuando se trata del Estado, la reunión tuvo un tinte superficial y el trasfondo de esta era (en parte) presentar la intención del presidente de hacer cambios en el Fondo de Desarrollo Indígena Guatemalteco -FODIGUA-.
La institucionalidad indígena en el Estado es la mejor muestra de la falta de voluntad en invertir y crear políticas que favorezcan a los pueblos originarios, ya que se ha reducido únicamente a generar puestos de trabajo para personas indígenas, lo cual al final se convierte en la única función de dicha institucionalidad, que termina siendo un recinto de servilismo y corrupción, que en la realidad no aporta nada, pues es la pantalla multicultural de un Estado racista que piensa que dar lugar a que se escuchen las necesidades de los pueblos, es dar un espacio en la agenda para que los indígenas prendan sus velas, como símbolo de la inclusión que no es más que folklorización y ninguneo.
Al terminar el show el señor presidente regaló a cada representante indígena cinco mil mascarillas, para que estos las repartieran en sus comunidades. El “fruto” de la reunión fue la concreción de una gira del presidente, para visitar algunas comunidades en las que según dijo permanecerá durante una hora para escuchar las propuestas de éstas. Una gira que únicamente servirá al presidente para hacerse promoción, porque no existe la intención de atender las necesidades urgentes de los pueblos, a quienes el mismo Estado ha atacado con persecución y criminalización aún en tiempos de pandemia, militarizando nuestros territorios. Ojalá todas, todos no olvidáramos esto cada vez que los funcionarios quieren limpiarse la cara con nuestras necesidades, que no los recibiéramos en nuestras comunidades y no los dejáramos entrar, porque nada bueno hemos recibido hasta hoy de estos, sino al contrario, en épocas como esta en la que se ha recrudecido nuestra situación podemos darnos cuenta que la prioridad ha sido robar y no resguardar o proteger la vida de las personas.
Mientras la tensión aumenta porque estamos a unos días de que todo se abra de nuevo, hay diputados que están más preocupados porque se abran las iglesias, los mismo disputados que se muestran preocupados por esto son los mismos que roban y se corrompen, vaya contradicción. Gobierno tras gobierno se deja a las personas a su suerte. Desde el inicio de la pandemia la estrategia del gobierno de Guatemala fue salvar a los ricos y sacrificar a los pobres. Es inaudito pagarle a tanto funcionario, para que al final se responsabilice por completo a la sociedad de salvarse o no del Covid. No hay alternativa frente a esto, porque están mandando desde un inicio a las personas al matadero, porque el Estado además de incapaz no ha tenido la voluntad de garantizar la estadía de las personas en sus casas, porque ha dejado a los grandes empresarios dictar las órdenes y gobernar.