Cartas del Lector

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Flaminio Bonilla Valdizón

En la sociedad guatemalteca desde hace años se ha producido la fragmentación en un país inorgánico, hay carencia de valores y una ausencia de objetivos nacionales comunes a todos los sectores, que posibiliten estructurar un proyecto de Nación sostenido en la democracia real, en el consenso y en la efectiva participación consiente y consecuente de todos los actores sociales. Hay la ausencia de liderazgos válidos y que tenemos tanto en la izquierda o la derecha, son totalmente incompleto o insuficiente. Es cierto que el gobierno es totalmente derecha radical; y tanto el presidente Giammattei, como el vicepresidente Castillo, cada uno tiene una agenda diferente, están absolutamente divorciado en la realidad de cada uno de ellos, no tienen aprobación ni con converger. Totalmente no tiene desacuerdo.

Es decir que en el panorama político carecemos de una opción ver­daderamente democrática, que presente un proyecto político sólido, definido y serio, con los hombres adecuados que realicen los cambios necesarios y oportunos y que encaminen con nortes claros y precisos la reconstrucción del resquebrajado edificio de nuestra institucionalidad. Debe aglutinarse a los hombres y mujeres con pensamiento real­mente democrático, que con angustia y horror vemos como cada día se socaba nuestra dignidad, se vulneran las instituciones, se violan los derechos humanos individuales, sociales, culturales, económicos y políticos y que se sigue utilizando el recurso del miedo, del terror y del asesinato, para dirimir conflictos sociales. Y qué no decir del crimen organizado y del narcotráfico, que han cooptado a los poderes del Estado, están en confabulación, para desaparecer la República.

Políticos ineptos y con torpeza como estos: Allen Rodríguez, Presidente del Congreso; Sofía Hernández, Luis Rosales, Armando Castillo Alvarado, Rudy Pereira, Douglas Rivero y Santiago Nájera, por NO ACATAR las resoluciones de la Corte de la Constitucionalidad (C.C); y también desobediencia del Congreso se niega a elegir a las Cortes. Ahora la Comisión Pesquisidora, que presidente por Luis Rosales, ahora “insisten en desobediencia a la Corta de Constitucionalidad (CC)”; ahora por la pasividad del Ministerio Público, que su Fiscal General, doctora María Consuelo Porres, que su “tacuche” le quedo grande. Estos diputados corruptos y vende-patrias, a la conservadora oligarquía criolla, que es la que ha sumido a Guatemala en la mayor de la pobreza; a jueces y magistrados venales que pisotean al Derecho y las más altos y elevados valores de la Justicia. Esos son los verdaderos poderes fácticos de nuestro Guatemala. Ahora que debemos depuración de los diputados o diputadas y sus lacayos como el  mezquino, como Allen Rodríguez, con su indecencia e inmoralidad, que los mismos de vecinos de Sololá, que la desconoce por corrupto, que los habitantes de San Pedro la Laguna, se colocaran mantas en contra él.

Todos los ciudadanos estamos en la obligación de man­tener, incrementándola en toda su extensión y profundidad, una honesta vocación no sólo por la labor teorizante y filosófica de la democracia, como el mejor medio de conviven­cia humana, sino sobre todo de un constante ejercicio y aplicación de los postulados constitucionales, que nunca deben quedarse inmovilizados en sus folios, sino dinamizarse constantemente, a manera que su comprensión, ejercicio y aplicación se vuelva parte vital de todo guatemalteco, para que defienda con ahínco inclaudicable su amor y derecho a la libertad, pero que a la vez con igual civismo y entusiasmo, asuma sus obligaciones dentro del entorno político y social de Guatemala, propiciando así, que esta avance todos los días buscando la seguridad de su destino; y que la esperanza y horizontes de nuestra Patria se amplíen, para el mejor futuro de nuestros hijos y nietos, a quienes debemos hacer el legado de un país moral y materialmente saneado, que provoque el respeto de la comunidad internacional; y donde se erradique de una vez por todas la imagen distorsionada y angustiante de los inescrupulosos que anteponiendo sus intereses personales, han degradado y desangrado a nuestro país.

Es necesario que el guatemalteco acepte sin ofenderse, que le es indispensable someterse a un proceso de reeducación cívica, y que a la para acepte la responsabilidad de construir su democracia, a través de la participación y el diálogo, señalando con severidad todo lo que pueda perjudicar el afán democratizador y manteniendo el ejercicio de la autocrítica en todos los niveles, para que se depuren sistemas y mecanis­mos, y que del análisis periódico y ordenado, vaya surgiendo y delineándose una fuerte tradición ideológica de nuestra democracia. Debemos rescatar para bien de las generaciones que nos sucedan el elevado concepto de dignidad humana, elaborando una nueva cartilla de principios de respeto y honestidad, y de trabajo solidario y disciplinado.

Por ello es igualmente rechazable y condenable la postura de aquellos, reales o supuestos conocedores de la doctrina política de la democracia, que por el sólo afán de notoriedad o por los intereses conexos de sus banderillas políticas, tergiversan el concepto político de la libertad y de la diversidad ideológica. Hay tipos, que en todo han conspiración. Esta es una inmadurez política y una total y absoluta irresponsabilidad, como Fernando Linares Beltranena; Giovanni Fratti Bran y algunos pocos o muchos, porque siguen existiendo los estigmatizadores, producto de la derecha a ultranza, de los neoliberales y de los macartistas reaccionarios y fascistas, que nunca se han esforzado para prepararse y habilitarse en el entendimiento y percepción de la democracia, pues ellos siguen con equipo obsoleto porque se han inmovilizado en sus concepciones, mientras que los pueblos avanzan en la conquista de sus derechos.

Hoy son algunos diputados, jueces y magistrados, que tienen bofetada con la aberración de la Justicia. En nuestro país, hace años que la Justicia ser anarquizada, pisoteada, envilecida y prostituida; con inmoralidad, con arbitrariedad y con abuso.

El maestro Eduardo J. Couture, en el octavo de los mandamientos del abogado, dice: “Ten fe en el derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la justicia, como destino normal del derecho; en la paz, como sustitutivo bondadoso de la justicia; y sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual no hay derecho, ni justicia, ni paz”.

Creo atinado cerrar esta columna, decir a todos esto: “ . . . una empresa de grandes dimensiones. Esta creencia es errónea. “Administrar es una cosa; dirigir un país, otro. Warren G. Bennis, de la Facultad de Economía de la Universidad de California del Sur, afirma: “Los administrados tienen como objetivo hacer las cosas de la forma adecuada. Los dirigentes políticos tiene como objetivo hacer las cosas adecuadas.”

Señor presidente Alejandro Giammattei, usted como político y dirigente, por favor haga las cosas adecuadas. Toda vía puede. Vea los contrapeso, con la balanza y en el equilibrio en la política; y ser habilidoso y flexible, haga lo correcto.

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