Cartas del Lector

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Mynor Carrera Mejía

Durante las tardes los voceadores pregonan la edición del Diario La Hora, un periódico con historia que este 19 de junio llega a su centenario de haber sido fundado. Solo el Diario de Centro América es más antiguo que éste. No obstante, es el periódico privado más longevo y que ha apagado sus luces y vuelto a nacer durante cuatro épocas. Para entender el surgimiento del periódico debemos hacer referencia al momento histórico que lo vio nacer.

El gobierno dictatorial de Manuel Estrada Cabrera (1898 a 1920) había mantenido en zozobra a la población durante 22 años y dos meses. No había elecciones libres y había una represión a quienes se quisieran sublevar. El gobierno escondió parte de la realidad que aquejaba al país. Por ejemplo, las pestes azotaron Guatemala y solo, tímidamente, se informaban unos datos en los Mensajes de Gobierno que año a año preparaba para el Congreso de la República. De las enfermedades se habla de la peste bubónica, la malaria, el cólera morbus y de la gripe española. Los fuertes fenómenos naturales que hubo también los ocultaron ante el asombro de la gente que los sufría, tal el caso de la erupción del volcán Santa María en 1902.

Todo se cubría con elegante escenografía que adornaba lujos álbumes oficiales con fotografías espectaculares de la Guatemala ideal. La diosa Minerva o Palas Atenea, fue bajada del Olimpo para fomentar la ciencia, el estudio, contrario a la fe religiosa de un país extremadamente católico. Las Fiestas de Minerva de Estrada Cabrera eran uno de los sellos más fuertes de su gobierno, una posibilidad de moldear la mente de los guatemaltecos, de insistir en el rol que les tocaba jugar como súbditos de un gobierno que nunca pensó alternar el poder. Brotaban oradores, poetas, discursos panegíricos, todo por el benemérito de la patria. Se observan incluso, las primeras mujeres maestras ofreciendo discursos científicos y poniendo en alto al gobierno.

Se encubría la realidad: alto analfabetismo, pestes, pobreza, explotación laboral, persecución política, asesinatos pero, gran oropel para las celebraciones escolares de fines de curso, el último domingo de cada año, a partir de 1899. Maestras con sueldos atrasados, solteras porque no podían casarse si ejercían la docencia. Se vestían cual dama parisiense, aunque estuviera enjaranada. Debía lucir regia para los desfiles, los discursos, las cenas, los bailes, dignos de su categoría. Los pobres por un lado, halando el pino y construyendo los elegantes salones. Los ricos en sus autos adornados luciendo aún más su poder adquisitivo. Los altos diplomáticos luciendo sus mejores galas y en fin, todos por la misma causa, so pretexto de la educación, los discursos adornaban a un presidente que no se inmutaba con nada y que lo esperaba todo.

Dentro de todo este maremágnum político, el impulso a la educación y a hacer alarde de ella, era una panacea a la Guatemala pobre de aquella época. Surgían poetas a sueldo, unos con renombre internacional como Rubén Darío o Enrique Gómez Carrillo, Máximo Soto Hall y otros. Los periódicos estudiantiles proliferaban como moda de los privilegiados de las letras. Había periódicos capitalinos, regionales, de instituciones educativas, de estudiantes, de todo el mundo. Escribir era demostrar que se estaba en época moderna, se era letrado y por tanto se pertenecía a otro grupo social.

No hubo atentados que tuvieran éxito contra Estrada Cabrera. Fueron más efectivos los terremotos que azotaron Guatemala en la Navidad de 1917 y a principios de enero de 1918. La ciudad ya no pudo ser levantada y la organización social, prohibida, tuvo que reunirse para solidarizarse entre ellos y con el pretexto de ayuda, crear grupos políticos contra la dictadura. Surge allí el Movimiento Unionista y por fin, con el pretexto de unir Centro América, botar a Estrada Cabrera. El 15 de abril de 1920, hace cien años, cayó Estrada Cabrera. Llegó en su lugar Carlos Herrera Luna, quien, al mismo tiempo, se lanzó como candidato a la presidencia. Un grupo de estudiantes sancarlistas se opuso a ello. Ellos argumentaban que si quería ser candidato, debía renunciar a la presidencia de la república. Parte de ese grupo es quien funda La Hora el 19 de junio de 1920.

Diario La Hora en su Primera Época, 100 años

La Universidad Nacional, hoy Universidad de San Carlos de Guatemala, siempre contó con un grupo de estudiantes bulliciosos y consecuentes. Consideraban que si bien tenían esa posibilidad de formación, debían impulsar cambios en el país que favorecieran a los que nunca llegaría a la universidad. Siempre hablaron por los que callaban. Su juventud y energía los hacía arriesgar hasta su propia vida, por tal de lograr su cometido. Fue en 1898 cuando nace la Huelga de Dolores, misma que Estrada Cabrera solo va a permitir durante 5 años. En 1903 la prohíbe, hay un incidente donde es asesinado un estudiante en la Facultad de Derecho. Aun así los estudiantes no callaban, se enfrentaban.

Todo se concentraba en la ciudad capital. Los estudiantes que tenían las posibilidades de venirse a la Nueva Guatemala de la Asunción, lo hacían. En el ahora Centro Histórico, abundaban las residencias para huéspedes y allí vivían, mientras completaban sus estudios. El reconocido periodista Clemente Marroquín Rojas lo cuenta en sus memorias (Memorias de Jalapa o Recuerdos de un Remichero: Editorial del Ejército, 1977). Los jóvenes no se tragaban las decisiones políticas del gobernante y menos cuando se dan las condiciones para derrocar la dictadura cabrerista. Estrada Cabrera fue derrocado el 15 de abril de 1920. Fueron momentos increíbles que vivieron gente de clase alta, gente obrera y estudiantes universitarios. Juntos botaron al que antes había sido declarado por sus panegiristas como “El benemérito de la Patria.” Estrada Cabrera es el gobernante de la trama de la novela el Señor Presidente de Miguel Ángel Asturias.

En su lugar llegó Mr. Charlie Sugar, don Carlos Herrera Luna, hombre de clase alta, dueño de ingenios azucareros, de allí su mote, colocado por los universitarios. Se había convocado a elecciones democráticas pero don Carlos Herrera, estando como presidente en funciones, decide participar. Un grupo de estudiantes universitarios se opone. Ellos consideran que si desea ser candidato a la presidencia, debe renunciar al cargo. Carlos Herrera no lo hace. Este grupo de estudiantes provenía del oriente del país, se unen y forman un semanario de política y variedades denominado “La Hora.”

Los jóvenes, según informa Rigoberto Bran Azmitia, habían sido compañeros de estudio en el Instituto Normal de Varones de Oriente (INVO) de Chiquimula. Siendo orientales como el jalapaneco Clemente Marroquín Rojas, deciden unir fuerzas y demostrar que ellos también podían. Se oponen sin éxito a Carlos Herrera porque él se queda con la presidencia. No obstante, demostraron de qué estaban hechos y pusieron de manifiesto su punto de vista político el cual, durante su vida, iban a seguir descollando con su voz y pluma.

¿Por qué denominaron a su semanario de política y variedades como La Hora? Eran como decir, ya es hora, ya llegó la hora de hablar, de emplear el medio escrito como el canal para informar y orientar a la población letrada. Llega la hora y el reloj es una alarma que marca el momento preciso para decir lo que se tiene que expresar. De hecho, el periodista Clemente Marroquín Rojas, uno de los fundadores y quien siguió al mando del mismo en sus cuatro épocas, siempre estuvo al frente marcando la hora. Marroquín Rojas era un jalapaneco que, con el impulso de sus padres, estudió y se hizo abogado. A pesar de ello, el periodismo fue su vida, fundando muchos periódicos y revistas y siendo columnista de otros.

Había incluso una columna denominada Tic Tac, que perteneció a otro de sus fundadores, el joven Virgilio Zapata Mendía, hijo del célebre profesor don Adrián Zapata. En su Tic Tac, como suena un reloj en señal de alarma, que algo está allí latiendo cual corazón que actúa en el momento oportuno, que tira agua o fuego, según la circunstancia. Empleando sus propias palabras, dice así:
(su tic tac sonará) semejando una clarinada gloriosa o un toque de fuego, unas veces al oído de los fieles guardianes del derecho y de la libertad y otras sobre la conciencia de quienes traicionan aquellos sagrados factores del engrandecimiento de los pueblos, tal es la definición que hago de mi tic tac y al prometer que se escuchará en cada vibración de La Hora, por el ambiente político de nuestra Guatemala, no quiero dejar oculto el deseo que me anima de ser sincero siempre y siempre libre…) Virgilio Zapata Mendía, alias Civarot, 1920.

Los estudiantes del oriente del país entraron con todo el deseo de promover un cambio en la mente de la población capitalina letrada. No obstante, la turbulencia política más el ataque a los jóvenes que escribían, no les alcanzó para más. El semanario La Hora en su primera época llega solo a un año de duración. Su inestabilidad los llevó a contar con cinco directores del semanario en tan solo un año. Por si eso fuera poco, el periódico que se publicaba en la Nueva Guatemala de la Asunción, terminó produciéndose en la ciudad de Chiquimula.

Un artículo muy fuerte y que tuvo para su autor, Clemente Marroquín Rojas, serias repercusiones fue el que publicó el 24 de diciembre de 1920. El título era muy contundente: El buque de Walker nos acecha. En reminiscencia al pirata Walker que ingresaba como en un asalto pero en realidad, Marroquín Rojas hacía alusión a la posible huida del dictador caído Manuel Estrada Cabrera. Había circulado en la población que amigos del expresidente iban a sacar de prisión domiciliar al dictador, quienes aparentemente contaban con el apoyo diplomático de los Estados Unidos de América. Los diplomáticos estadounidenses protestaron y tanto Clemente Marroquín Rojas como Rafael Chacón, fueron a parar a prisión. (Mynor Carrera, El ideario polémico de Clemente Marroquín Rojas, 1998, 63)

De acuerdo a Agripino Zea, director del semanario La Hora, Marroquín Rojas y Rafael Chacón fueron apresados, acusados del delito de sedición consumada. Alega que no se les sometió al tribunal de imprenta. Se da a conocer también, que el Juzgado 5º. de primera instancia los dejó libres pero que continuaban en prisión por orden superior. (La Hora del 15/1/1921)

El periódico se vino tambaleando. No podía lidiar con problemas económicos y principalmente políticos, pues la escena nacional estaba candente por las elecciones luego de la caída de Estrada Cabrera. Su último director Jorge Alberto Ibáñez, explica la irregularidad en la edición:

Ruega la Redacción de “La Hora”, perdonen la poca regularidad de su publicación y los cambios que por razones de orden y economía, ha sufrido en su personal directivo. Pero hoy se tiene la esperanza de mejorar, dada la colaboración que se ha solicitado y su organización nueva. Y agrega: “La Hora” ya no es el producto del trabajo de una Asociación de Estudiantes Universitarios sino del esfuerzo de cuatro de éstos que han mantenido y mantendrán enarbolada la bandera de la oposición, en medio de la derrota de ideas que ha sufrido el elemento estudiantil. (La Hora, 11/6/1921, 4 y 6 pp.)

Es así como el semanario sigue debilitándose hasta desaparecer. El último ejemplar que aparece en la Hemeroteca Nacional Clemente Marroquín Rojas, es el No. 33, fechado 21 de junio de 1921. El tic tac había dejado de sonar, las alarmas se habían silenciado, tómese en cuenta que su principal razón de salir a la luz pública fue arremeter contra la candidatura de don Carlos Herrera Luna. No obstante, éste asumió la presidencia el 16 de septiembre de 1920. “La Hora” se dispuso mantenerse en la oposición, ya no lo lograron. Como muchos periódicos, había nacido y se había esfumado. A pesar de ello, en 1926 “La Hora” renació.

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