Un manifestante sale de su automóvil durante una protesta ayer para exigir que el presidente Alejandro Giammattei levante el Estado de Calamidad decretado para evitar la propagación del coronavirus. Foto La Hora/Moisés Castillo/AP

En plena pandemia del COVID-19 La Hora llega a sus cien años y los preparativos realizados para festejar el acontecimiento quedaron de momento en eso, en simples preparativos, porque la atención nuestra y de la ciudadanía está centrada en la crisis provocada por la pandemia que se ha propagado por el mundo. Y como es nuestra tradición, son las cosas que afectan a los guatemaltecos las que nos ocupan y preocupan y de esa cuenta no podemos pasar por alto el falso dilema que plantean algunos entre libertad y responsabilidad.

Es cierto que cada quien tiene el derecho de arriesgarse y enfermarse si eso es lo que le dicta su capacidad de entendimiento. Pero lo que nadie tiene derecho es a exponer a otros y eso es lo que ocurre cuando la gente que se siente inmune o que fantasea diciendo que el tal coronavirus es un invento de los políticos para reducir la libertad y controlar a la gente, sale a la calle y no guarda las acciones recomendadas para evitar la propagación de contagios.

Contra lo que dicen estos nuevos libertarios, el mismo Código Penal establece sanciones específicas para quienes puedan propagar enfermedades, no digamos lo que establece el Código de Salud. Todos tienen el derecho, si es su gusto, de arriesgarse a contraer coronavirus, pero lo que no pueden es poner a nadie en peligro y eso es lo que ocurre cuando no se siguen las instrucciones que se dan dentro del marco del combate a una pandemia.

Somos un pueblo con tantas y tan graves limitaciones que resulta que hasta en esto tiene que ver la polarización ideológica. Así como la lucha contra la corrupción es tema de izquierdistas (lo que significaría, de ser cierto, que a favor de la corrupción estarían los derechistas), torpemente se sostiene que los que se resisten a aceptar las precauciones para combatir la propagación de la enfermedad están en contra de la mentira creada por esos mismos izquierdistas. Y en ese contexto entiende uno que cuando por el mundo se propaga, peor que el coronavirus, la tontería, no resulta difícil entender cómo es que países con poblaciones supuestamente ilustradas como Estados Unidos puedan haberse decantado por un millonario que ha hecho gala de su ignorancia durante esta crisis y ahora muchos repiten en varios países sus comentarios, que los hechos demostraron absurdos, respecto a la necesidad de tomar precauciones para contener la enfermedad. Si alguien quiere correr el riesgo de enfermarse es cosa suya, pero no puede por ello arriesgar la salud de los demás.

Redacción La Hora

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