Ana Cristina Morales

crismodenesi@gmail.com

Médica y cirujana licenciada por la Universidad de San Carlos de Guatemala, especializada en psiquiatría con arreglo al Programa USAC/IGSS. Con las especializaciones de atención en psicoterapia a mujeres maltratadas, así como en adicciones y Supervisora psicosocial. Autora de -Aprender a perdonar. “Una herramienta en psicoterapia”, publicación personal, y coautora del artículo: “Consecuencias biopsicosociales del abuso sexual”, del libro Síndrome de intestino irritable y otros trastornos relacionados, publicado por Editorial Panamericana. Del libro “El perdón y la salud” de editorial Plataforma. Columna de opinión “Conversando con la Psiquiatra” en el periódico guatemalteco “La Hora”, Trabaja en oficina privada como psicoterapeuta y psiquiatra.

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Dra. Ana Cristina Morales Modenesi

Guatemala necesita estar unida para enfrentar problemas actuales que se suman a los problemas de salud, económicos, sociales, educativos y políticos anteriores. Y, con la problemática de la pandemia también se observa la necesidad de una respuesta humanitaria y sensible de gobiernos y personas individuales a nivel mundial para resolver situaciones adversas que están siendo comunes.

Sin embargo, el mundo se encuentra dividido, Guatemala, no es la excepción. Y pareciera que cada diferencia establecida dentro del pueblo, se observa de manera irreconciliable. La crisis actual que ha traído la pandemia, lejos de unir, pareciera separar. Y que, en los otros países, también se están agudizando problemáticas propias, por lo que una respuesta necesaria conjunta para enfrentar problemas comunes, tampoco se hace evidente.

Provoca malestar, preocupación y tristeza que los actos violentos se encuentren en incremento durante esta adversidad. La peste está exponiendo la peor parte de nuestra sociedad. Y ella ha sido motivo para ser politizada e ideologizada. También para la manifestación de actos injustos de la forma más cruenta.

Es indiscutible que ante situaciones tan imprevisibles como la pandemia. Los seres humanos nos avoquemos a nuestra fe, para recibir alivio al desasosiego y la desesperanza. Y ello, no tiene nada de malo. Pero el irrespeto por el sentir, pensar, actuar de manera diferente por otras personas de nuestra sociedad, sí que lo tiene. Lo que conduce a la irreverencia por la vida de otros.

La gente se ha convertido fanática de sus propios pensamientos, por lo cual, la existencia de un cuestionamiento lógico a ideas queda vedada. También algunas personas poseen una especie de lavado cerebral que no les permite la toma de un pensamiento crítico y el respeto por las divergencias sociales.

De allí que la gente se asuma separada y en lucha con otros, que sigan posturas poco transigentes, fanáticas y extremistas. Siendo capaces, de ser insolentes con la vida de otros, en nombre de Dios.

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