Gladys Monterroso
“Creo que primero hay que darse cuenta de que hay vida antes de la muerte y no estar obsesionado todo el rato para saber si hay vida después de la muerte.” Eduardo Punset
Escuchando al Maestro Punset encuentro respuestas a algunas interrogantes de vida, por ejemplo ¿Esa característica de persona eminentemente optimista es propia solamente del guatemalteco? La respuesta podría ser, no, pero somos felices, uno de los países más felices de la tierra, pero, somos tan pobres, sí, pero así somos felices.
Punset decía que el europeo es un ser feliz, porque él cree que es el último al que le pasa algo malo, es el último en perder el empleo, el último cuyo hijo pierde un curso, pero todo esto pasa solamente en su mente, vive optimista porque en su mente, si algo malo sucede, él será el último al que le pase, agrego que, probablemente no le pase.
Con ese optimismo desmedido vivimos los guatemaltecos, el chapín común, al que le gusta ir al puerto aunque estemos iniciando una pandemia, el que se cree que de algo nos tenemos que morir, pero igual nos morimos, lo que en el fondo no es problema porque además se cree que será el último en hacerlo, y más en el fondo de su pensamiento, piensa que de pronto por ahí, ni se muere.
El lado negativo, porque lo tiene como el Jing Jang, todo positivo tiene su lado negativo, es la consecuencia, no tomo medidas porque seré el último al que le sucederá lo más malo, otros lo vivirán antes, y yo aprenderé como evitar que a mí me suceda, en última instancia y no me sucede, evito el sufrimiento, y los demás que sufran a mí no me sucederá.
Cuando surge el COVID-19 lo veíamos muy lejano, y pensábamos a Guatemala no va a llegar, y llegó, entonces nos aferramos a que no se iba a propagar, medio mundo agrede en las redes sociales al Presidente, por lo que argumentan su mala gestión de la pandemia, dentro de ese medio mundo, están los que lo van a culpar siempre de todo lo que suceda y lo que no suceda, el otro medio mundo lo bendice y le da las gracias, dentro del segundo medio mundo está los fanáticos que creen que solamente la mano de Dios nos salvará de la enfermedad y de la muerte, somos tan optimistas, que solucionamos el futuro desde el presente sin hacer mayor cosa.
En la actual pandemia, podemos observar más detenidamente ese pensamiento positivo del guatemalteco: En todos los países hay muertos, pero acá no, nosotros no vamos a morir, porque es un país caluroso y dicen que el bicho este ataca en ambientes húmedos, nosotros somos un país tropical. Si, vivimos desde niños entre una gran cantidad de virus ¿Qué nos puede hacer el coronavirus? Nada porque estamos acostumbrados, y nos vamos a morir de cualquier cosa, menos del virus.
Dentro de ese pensamiento optimista que nos embarga lo malo sucede en otros países, acá no, lo malo le pasa al vecino, a mí no, y porque pensamos que somos casi hijos de Superman, se puede observar a cantidad de personas transitando después de las 17:00, tanto que el domingo reciente, detuvieron a 900 por transgredir el toque de queda, porque dentro de ese pensamiento optimista, pensamos que la autoridad no nos detectará, pero no es así, si nos detecta, el problema es que las enfermedades también, pero nosotros argumentamos que no, que lo malo sucederá a todos menos a nosotros.
Toda esta actitud de triunfalismo ante las adversidades se pone de manifiesto en el siguiente estrato de un texto copiado parcialmente de una cadena en WhatsApp “Estoy en «shock» con tanta información y no logro entender…
El virusbola era como una gripe, pero es mucho más grave, pero la mayoría lo pasa sin síntomas, pero es una amenaza mortal, pero no debes temer… aunque haya miles de muertos. Lo estamos manejando muy bien.”
Ante tanto optimismo nos doblegamos, y aunque en una mínima parte de nuestra mente estamos conscientes de la gravedad de la problemática mundial, todavía confiamos en que lo malo llegará a todos menos a nosotros, o probablemente ni llegue.