Arlena Cifuentes
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Ni médico, ni epidemióloga, ni todóloga, pero muy segura de que la expansión de la pandemia era inevitable. Hace dos meses me expresé en relación a la importancia que revestía proveer a los médicos con el debido equipo que garantizara la protección de sus vidas ante la batalla que tendrían que librar frente al COVID 19: una mascarilla n95 diaria, ya que están en contacto directo con la infección; un protector facial; protector para cabeza y guantes; y uniformes desechables; lavamanos en todas las áreas con jabón antibacterial, con lo cual muchos hospitales no cuentan. Es lo mínimo que un médico digno debe demandar del Estado.

Para el Gobierno sus vidas no tienen valor alguno lo cual queda demostrado. Resulta incomprensible la indiferencia hacia la vida de este gremio ya que de continuar adquiriendo ellos mismos sus implementos como una mascarilla marca patito, se inicie un contagio masivo como lo sucedido en Chimaltenango, y los valientes guerreros, como les llaman ahora conscientes de lo que les espera vayan al matadero voluntariamente ya que también por su parte han demostrado cobardía para demandar lo que por obligación el gobierno debe proporcionarles. Sólo la población de un país retrograda puede aplaudir y circular mensajes ovacionando a los guerreros, jamás se han detenido a pensar si cuentan con un mínimo de protección, el quedarse sin ejército SI será un gran “ejemplo” para el mundo.

Recientemente en el Hospital de Chimaltenango nueve médicos resultaron contagiados. ¿sucedería por exceso de protección? Lo mismo estará sucediendo en todos los hospitales públicos y también en los privados, pero la sociedad continuará aplaudiendo la eficiencia del actuar del Gobierno. Nunca se realizó una campaña preventiva ni una educativa. Luego no ha existido la capacidad de realizar un número significativo de pruebas lo cual no permite contar con un dato aproximado de la expansión del virus y, las que se realizan son para confirmar la infección o a quienes han estado en contacto con infectados pero no a pacientes sanos que deberían ser incluidos. A decir de nuestro brillante Ministro de Salud el realizarlas a personas sanas es desperdiciarlas. No sé si reír o llorar por tanta sapiencia.

El que no haya voluntad política para proteger al personal de salud es evidencia de de una tremenda irresponsabilidad, el riesgo es que el país se quede sin guerreros, víctimas del sistema y de su propia ignorancia y cobardía.

Cómo se explica el lector que nueve médicos de un hospital dieran positivo hace unos días. El mandatario se jacta de su eficiencia en el manejo de la pandemia, tanto así que se aprestaban a reactivar el transporte público y se aperturaron plazas de conveniencia, error craso que traerá como consecuencia la muerte de miles de connacionales irresponsables quienes creen que el Presidente tiene una varita mágica que los inmuniza.

¿Por qué el gremio médico como tal conjuntamente con el resto del personal de salud no exigen el equipo de protección, o de lo contrario se declaran en una actitud de brazos caídos? No serán menos irresponsables que el mismo Gobierno. Recientemente me enteré de la solicitud tímida planteada por algunos grupos de estudiantes de medicina y de residentes quienes solicitan al Gobierno se les proporcionen los implementos necesarios para proteger su vida. Ni el gobierno, ni los directores de los hospitales nacionales ni los medios abordan el tema. También escuché la entrevista de una valiente enfermera quien denuncia todas las carencias que se viven al interior del Hospital Roosevelt. El temor de llegar a sus casas y contagiar a su familia. Son ellos quienes compran sus mascarillas ya que al tratarlos como seres inferiores les han dado para su protección tapabocas de tela, el cuento con que se ha engañado a todo el pueblo.

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