Edith González
Por qué unas personas actúan de una manera y otros de otra frente a las emergencias. Algunos agradecen su trabajo en casa, o el tiempo para hacer lo que siempre quiso ordenar, leer, ver una serie, estudiar virtualmente…
Mientras que otros se sienten incómodos, desesperados, aburridos incluso violentando normas establecidas, salen a las calles en pleno toque de queda y lo peor buscan compañía en el alcohol, lo que les ha provocado prisión hospitalización e incluso la muerte. Vivimos cambios radicales e importantes en nuestro comportamiento que manifiesta las respuestas emocionales y afectivas ante esta crisis marcada por los recursos que cada uno posee para enfrentar estos cambios.
El doctor Ricardo Marionsini considera que el cerebro humano no tiene la misma respuesta de reacción ante lo bueno y el placer que ante lo malo, destructivo y el sufrimiento; esto último tiene un sentido evolutivo para la supervivencia. Muchos cambios en décadas anteriores fueron «programados» buscando perfiles adecuados a nuestros sentidos, afectos y conductas. La actual pandemia es un nuevo mecanismo desencadenante por ser una amenaza real en varios aspectos, que generará cambios en el corto, mediano y largo plazo en nuestra cognición, conducta, emociones y en aspectos fisiológicos, que terminara afectando a nuestro psiquismo. Aumentaran estados ansiosos, angustiosos, melancólicos y depresivos. Este impacto será de mayor o menor cuantía en función de la estructura cerebral del sujeto.
Pero los que tienen baja autoestima y bajos niveles de conocimientos aunado a una baja tolerancia a la frustración, les va peor. Pueden desarrollar depresión y conductas autodestructivas. Por ello se recomienda mantener rutinas, responsabilidades y horarios.
Existen grupos vulnerables a los efectos de la pandemia que deben ser atendidos recomienda la especialista Margaret Douglas.
Personas mayores: mayor riesgo, más probabilidades de vivir solo, menos probabilidades de usar comunicaciones en línea, riesgo de aislamiento social.
Jóvenes: afectados por la educación interrumpida, mayor riesgo de empleo deficiente y los resultados de salud asociados en la recesión económica.
Mujeres: más probabilidades de ser cuidadoras, es probable que pierdan ingresos, potencial para el aumento de la violencia familiar para algunos.
Personas de etnia del este asiático: mayor riesgo de discriminación y acoso por la procedencia de la pandemia.
Las personas con problemas de salud mental en mayor riesgo por el aislamiento social.
Personas que usan sustancias o en recuperación: riesgo de recaída o abstinencia.
Personas con discapacidad: afectadas por servicios de apoyo interrumpidos.
Las personas con capacidades de comunicación reducidaspueden no recibir comunicaciones gubernamentales clave.
Personas sin hogar: es posible que no puedan autoaislarse o verse afectadas por servicios de asistencia interrumpidos.
Personas en el sistema de justicia penal: dificultad de aislamiento en el entorno penitenciario, pérdida de contacto con la familia.
Migrantes indocumentados: pueden no tener acceso a los servicios de salud o ser reacios a participar en ellos.
Trabajadores con contratos precarios o por cuenta propia: alto riesgo de efectos adversos por pérdida de trabajo y sin ingresos.