Dra. Ana Cristina Morales Modenesi
Ante la pandemia de Coronavirus se ha solicitado como una medida de seguridad social que procura la propagación del virus de manera más lenta. El distanciamiento social. Pero nadie ha prohibido el acercamiento afectivo.
Sin embargo, nuestra manera de relacionarnos en los últimos tiempos, ha sido un tanto superflua. Por lo que nos da recelo intimar con las personas, porque no estamos preparados para responsabilizarnos de una relación, compartir palabras, afectos, dudas y preocupaciones. La amabilidad y el respeto han sido prácticas en desuso, a causa de la frivolidad en las que cayeron las relaciones humanas.
Se ha llegado al extremo de cuestionar que es más íntimo, si tomar el café con alguien o tener sexo. Al saludar se acostumbraban besos y abrazos poco consistentes y nada fortalecedores. Ahora, que nos enmarcan en la necesidad de establecer una distancia prudencial con otras personas. Rechazamos indignados la circunstancia, lo que resulta una paradoja.
¿Que se busca con la distancia social? A simple vista, la respuesta es lógica, pero, con la disconformidad que esta medida provoca, la capacidad de pensar puede nublarse y no encontrar coherencia a la situación.
Para esclarecer más el tema, he sostenido una entrevista con el Dr. Claudio Ramírez, infectólogo guatemalteco, quien explica que, si todos enfermamos al mismo tiempo en Guatemala, no existen los recursos sanitarios necesarios para atender a todas las personas en un mismo tiempo. Y que la crisis sanitaria tendría una mayor implosión dentro de los sistemas de atención en salud.
Quedarse en casa, es la medida que solicita este distanciamiento social, además de mantener una distancia 1.5 a 2 metros entre las personas. También es necesario el uso de mascarilla, no solo porque está legislada con carácter de obligatoriedad. Sino que, buscando siempre el razonamiento del por qué, si se usa esta se evitaran mayor numero de contagios. Y estas medidas se convierten en una muestra de respeto para la vida.
El lavado de manos, mantener la higiene personal, y considerar que cualquier objeto o persona pueden ser transmisores del virus. Son otras medidas. Es un privilegio para algunas personas el poder quedarse en casa. Muchas otras, están trabajando para quienes tienen capacidad del ejercicio de esa prerrogativa. Otras, tienen una economía tan precaria que la medida les lesiona gravemente su subsistencia.
Existe la creencia que el coronavirus en una enfermedad que solo llega a afectar a la gente mayor. Algunos jóvenes o gente con deterioro cognitivo y personas con conducta omnipotente creen tener un escudo protector que les convierte en invulnerables ante la plaga.
Comenta el Dr. Ramírez que en Inglaterra se ha reportado un número grande de niños, que manifiestan la enfermedad con una tormenta de células involucradas en procesos inflamatorios y síndrome de coagulación intravascular diseminada, más la enfermedad de Kawasaki.
El Dr. Ramírez solo solicita un poco de más tiempo quedándonos en casa, para que el pronóstico para Guatemala en el enfrentamiento de la enfermedad pueda ser mejor. Y que de manera progresiva las personas se vayan integrando a sus rutinas, claro que con algunos cambios. Al respecto, menciona algunas situaciones alentadoras: que el comportamiento de la letalidad del virus en Guatemala ha sido de un 3% de los casos totales de diagnóstico. Y que el sistema de vigilancia epidemiológica del Ministerio de Salud ha tenido un excelente desempeño en la detección de casos y en su seguimiento.
Así que, para aquellos que si tienen el privilegio de poderse quedar en casa; háganlo con conciencia, no lo vivan como penitencia, y busquen ser responsables con aquellos que no gozan de sus mismos privilegios. Por favor, este artículo, desearía que pudiese ser compartido por ustedes los lectores, a sus contactos de redes sociales. Gracias.