Juan José Narciso Chúa
La actual situación de confinamiento ha sido uno de los períodos en el cual concurre una cantidad impresionante de información. Así como le llegan a uno noticias importantes provenientes de fuentes serias, también acuden una serie de mensajes que constituyen desinformación que conduce a propuestas falsas, así como provoca mayor incertidumbre, produce miedo o bien busca generar pánico en muchas personas. Por supuesto que no faltan los famosos “memes” que reproducen charadas, chistes y ocurrencias llenas de humor que constituyen un bálsamo para el espíritu y que proveen de alegría, provocan risas y hasta carcajadas por la dosis de genialidad en los mismos.
Igualmente, las propuestas para levantar la economía no han dejado de producirse, así como los pronósticos sobre el desenvolvimiento de la misma en el futuro también son considerables. Para Guatemala, la situación se calcula, según datos de fuentes de organismos financieros internacionales y el Banco de Guatemala, en un caída del producto interno bruto en un 2%. No se debe confundir una recesión con una desaceleración, en el presente caso, el PIB tenderá a hacerse negativo, con ello la caída del producto y del empleo es indiscutible.
También ha sido claro que las actividades económicas mayormente afectadas serán el turismo, vinculado a los restaurantes, los hoteles y los operadores de turismo, dado que se espera una reducción fuerte de turistas del exterior. Esto a su vez, provoca una caída en la cadena de insumos como verduras, frutas, carnes y otros similares, que a su vez afecta seriamente la demanda de productos agrícolas y cárnicos.
El comercio internacional -tanto importaciones como exportaciones- se verá seriamente afectado, tanto por la demanda externa (de nuestras exportaciones), pues los países compradores también se encontrarán en un proceso de recuperar sus economías y de reestablecer su red de empresas, lo cual tomará tiempo. La demanda de importaciones también se caerá por el hecho que reabrir empresas que puedan realizar las internaciones respectivas también llevará un tiempo.
Podrían ocurrir con procesos de devaluación en los países socios, buscando relanzar las exportaciones, por lo que nuestras exportaciones se verán afectadas en términos de la compra de dólares, pues se encarecerá el tipo de cambio -se van a necesitar más quetzales para comprar moneda dura o dólares- y podría ocurir también que se produzca inflación en países socios, dependiendo del manejo adecuado de la política monetaria y fiscal, lo cual puede provocar una inflación importada para Guatemala.
El reestablecimiento de la red de suministros para la industria provocará también una caída en la actividad industrial, que reducirá el crecimiento de este sector. La agicultura también tendrá serias repercusiones -que ya se están observando-, con la reducción de la demanda interna, provocada por el desempleo, que afectará seriamente el consumo interno (84% del PIB), pero esta caída en el consumo también provocará serios daños en el comercio y los servicios -principalmente cuando el Banco de Guatemala, con las nuevas cuentas nacionales ha señalado que el país se movió más y profundizó en la tercerización de la economía. Las remesas se contraerán, con su impacto sobre el consumo también.
La recesión económica es un hecho de cara al futuro. La discusión sobre la política económica de la reconstrucción se debe realizar, pero luego de la reducción de la pandemia. En este momento, la prioridad es la vida de las personas, la contención de la pandemia y el manejo de los infectados, este esfuerzo demanda todos los recursos disponibles en este momento, no se puede pensar en reactivar la economía al mismo tiempo que atender la pandemia. Los mecanismos planteados por el ejecutivo para reducir la crisis social son correctos, pero demanda certeza, transparencia y filtros sobre los beneficiarios, los tres elementos son poco visibles hasta hoy.
Las mentiras y contradicciones se están multiplicando, eso no es bueno. El Presidente de la República, no ha firmado, por ejemplo, el marco legal para evitar la suspensión de los servicios esenciales. Pretender “normalizar” la actividad laboral en medio del pico de la pandemia es una contradicción y mentir sobre cuestiones tan serias como la vida, resultan un juego perverso contra la población. Igualmente, la población debe ser más responsable con las medidas preventivas. Falta todavía un trecho importante, no se debe jugar con fuego, porque puede quemar.