Adolfo Mazariegos
En los días que corren resulta casi imposible no hablar (o escribir) de algún tema que tenga relación con la actual pandemia que a todos nos alcanza de alguna manera. Y todos también, en esa línea de ideas, seguramente podremos hacer, de alguna forma, algo por aquellos que en un momento dado la estén pasando un poco más difícil de lo que quizá la estemos pasando nosotros. Esa es una realidad. Y me permitiré por ello, de manera sucinta y breve, comentar un episodio que quizá pueda ayudarnos a visualizar las cosas de una manera distinta y reflexionar en torno a lo que ya está experimentando un considerable número de personas en Guatemala (y el mundo). Ayer por la tarde, vi la publicación de una joven artista de la plástica guatemalteca que ponía a la venta, en su página de Facebook, algunas de sus obras, con precios rebajados o incluso haciendo una suerte de trueque por productos alimenticios que le permitieran contribuir a la economía de su familia, misma que ya se había resentido debido a la pandemia, según entendí. Su nombre es “Daniela Verde” (por si quieren visitarla en redes sociales para ver su obra y, quién sabe, tal vez adquirir alguna de sus pinturas). Ella no es la única en una situación tal en el gremio de los artistas, sin duda, es más, distintos gremios incluso en las ramas de servicios profesionales y técnicos ya resienten los efectos de la crisis que hoy día nos ocupa y que hace vislumbrar días inciertos para muchos. Y mucho me temo que, conforme avancen los días, casi certeramente el número de personas que se vean directa o indirectamente afectadas por problemas económicos o sanitarios derivados de la crisis, se incrementará considerablemente. De hecho, el Fondo Monetario Internacional recién indicó que espera una contracción sin precedentes de la economía mundial, lo cual traerá, como ya se está viendo, pérdida de empleos, hambre y problemas colaterales diversos que seguirán afectando a la sociedad en su conjunto por un buen tiempo (ojalá no). Por todo ello, estos tiempos deben ser tiempos de solidaridad, no más allá de nuestras posibilidades, por supuesto, pero la nueva normalidad a la que tendremos que enfrentarnos en los días venideros, seguramente será más llevadera si todos ponemos ese granito de arena que puede hacer una gran diferencia en beneficio de todos. Si podemos hacer algo por aquellos que están en desventaja, hagámoslo; por muy mal que nos esté yendo siempre habrá alguien que tiene la vida más complicada que la nuestra, y lo peor que podemos hacer es ser indolentes, indiferentes ante algo que nos afecta a todos como conglomerado. Los artistas, los vendedores ambulantes de helados, los meseros, los voceadores, los artistas de circo, los lustradores, etc. También son parte del conglomerado guatemalteco; si podemos ser solidarios con ellos de alguna manera en estos momentos, hagámoslo… La vida da muchas y vueltas…, y, nunca se sabe.