Conforme se van conociendo detalles de lo que aprobó el Congreso en plena nocturnidad y en medio de un secretismo que no pretendía únicamente ocultar la ingesta de licores, crece la preocupación de que los planes de “ayuda” contemplados en las piezas legislativa únicamente sean el envoltorio para hacer atractivo y justificar un verdadero paquetazo que tendrá otros fines y que terminará en los bolsillos no sólo de los que negociaron los asquerosos pactos colectivos del sector público, sino también de muchos de los diputados que saben como colocar dinero en nichos de donde ellos luego los pueden extraer tranquilamente, sobre todo con la complicidad de una Contraloría de Cuentas que, ¡Oh Casualidad¡, también recibió su respectiva millonada.
Ciertamente en medio de todo se incluyeron unos pocos millones para atender la emergencia y, específicamente, para ayudar a la gente más necesitada, pero hasta en eso puede haber serios problemas por la ausencia de listados efectivos de la gente que merece y debe recibir la ayuda. El resto, lo grueso de los miles de millones que quedaron comprometidos tras esas sesiones oscuras en las que hasta se silenció el audio de la transmisión pública de las sesiones, en las que el secretario Alejos se lució leyendo de una manera que obviamente pretendía hacer ininteligible el texto aún para los mismos diputados que emitirían su voto a favor o en contra.
Hemos dicho que corresponde a la ciudadanía realizar una efectiva fiscalización del uso que se haga de esos recursos porque la verdad es que todo lo que se ha robado en el pasado en la historia del país pude ser una miseria con relación a lo que ahora se pueden embolsar los que diseñaron estos paquetazos que son. de verdad, palabra mayor.
Los diputados apuestan a que el encierro en que nos veremos confinados los ciudadanos con el avance del Coronavirus será su aliado para poder hacer los micos y pericos que han planificado y que no son, para nada, obra de la casualidad. Posiblemente algunos diputados neófitos no sepan lo que aprobaron, pero con decir que hasta el heredero de Arzú prefirió marcar distancia y no aprobar tanta cochinada queda dicho todo.
Si algo se ha hecho desde el Congreso en los últimos años es llenar los bolsillos de diputados astutos que, vía la asignación de fondos, se despachan con la cuchara grande. Y esta verdadera calamidad sólo vino a presentarles otra oportunidad de oro en medio de las preocupaciones públicas por el tema sanitario que puede costar tantas vidas.