Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

La pandemia del coronavirus que ha afectado al mundo nos ha obligado a replantearnos la vida de una manera distinta. Ha cambiado el día a día, ha enseñado que las diferencias creadas en las sociedades nos pasan factura, que debemos ser más solidarios y que debemos entender que solo remando en el mismo barco saldremos adelante.

Eso no quiere decir que nuestras diferencias desaparecen por obra y gracia del espíritu santo, significa que debemos (hasta por mera sobrevivencia para los más escépticos) ser capaces de ver más allá de las cosas que nos dividen para trabajar alrededor de lo que nos une y eso demanda escuchar, madurez, sensatez y compromiso.

El primer impacto que debemos resolver en la crisis del coronavirus es el sanitario. No podemos permitir llegar a niveles que desborden nuestro sistema de salud porque eso sería una catástrofe de proporciones inimaginables y por ello es que urge que vengan las pruebas y que podamos hacer un testeo masivo e inteligente. Solo eso nos dará datos duros para tomar decisiones y conocer nuestra realidad.

El doctor Juan Manuel Luna explicó a La Hora que nuestro sistema aguanta con mil casos de coronavirus y con 400 personas que necesiten intensivos y ahí ya se nos fijó una clara referencia de los puntos que no debemos cruzar y por eso, estos días que vienen y la habilidad del Gobierno para estructurar el proceso de pruebas, marcarán nuestro futuro. Ojalá descentralicen las pruebas aunque deseen centralizar la información.

De forma paralela y esperando que logremos atajar el tema de salud de la mejor manera posible, debemos abordar el impacto económico que (como en todo el mundo) ha generado el virus. Si el Estado le sigue pagando a los empleados públicos, ahí tenemos un grupo menos de qué preocuparnos y eso nos hace centrarnos en los empleados del sector privado (especialmente de PYMES que se les dificultarán más los flujos), miembros de la informalidad y en los sectores más vulnerables y en condiciones de pobreza.

El Gobierno presentó ayer una iniciativa para fondear el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) y así atender a 300 mil empleados que verían suspendidos sus contratos por 3 meses, pagado el seguro social, parte de su sueldo y otras medidas para atender a las PYMES y los sectores más vulnerables, emitiendo bonos que deberá adquirir el Banco de Guatemala.

Independientemente de que sin duda se discutirán los flecos, detalles, mecanismos y montos, es fundamental que podamos construir sobre avenidas que nos permitan atender a esos sectores y para ello es necesario un acuerdo entre empresarios y grupos sociales que nos permitan encontrar los mecanismos para atender las necesidades, que nos podamos poner de acuerdo en la forma que repagaremos los fondos que ponga el Estado para no comprometer el futuro del país (sabiendo que no hay final si no se gana la semifinal) y los mecanismos con los que esta crisis nos permitirá pasar a más gente a la formalidad para que juntos construyamos una Guatemala mejor.

El IGSS mostró disposición y advirtió que necesita los fondos para no desfinanciar programas y esto es clave porque esto lleva a la tercera arista: lo social. Un mal manejo en el tema de salud o en la forma en la que se encare la crisis económica, abrirá la puerta a un descontento social que terminará en un peligroso polvorín que a nadie conviene si en realidad queremos una Guatemala mejor, más justa e incluyente en la que todos (desde el más rico hasta el más pobre) tenga oportunidades.

Debemos actuar sabiendo que nuestro futuro depende de la capacidad que tengamos de alcanzar acuerdos que podamos plantear al Gobierno o respaldar de este, con el afán que juntos se puedan trasladar las iniciativas a un mañoso Congreso en el que sus principales mafias están queriendo poner precio a los votos en esta emergencia.

Alcanzando acuerdos reales, viables, coherentes e integrales (sin dejar a la gente atrás), que la braza le caiga a las mafias en el Congreso y eso solo pasará si por una vez en la vida nos oímos, cedemos un poco y nos comprometemos de verdad.

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