Factor Méndez

fmendez21@gmail.com

Defensor Derechos Humanos. Catedrático. Periodista/Escritor. Estudió Derecho, Derechos Humanos y Trabajo Social en Guatemala, Honduras y Costa Rica. Catedrático San Carlos y Rafael Landívar. Fundador Centro de Investigación, Estudios y Promoción de Derechos Humanos CIEPRODH. Autor de ensayos y artículos sobre temas sociales, políticos, memoria histórica y Derechos Humanos.

post author

Factor Méndez Doninelli

Desde que se desató la epidemia de COVID-19 en Wuhan, China, han transcurrido casi tres meses y el virus se sigue extendiendo por todo el planeta con presencia en los cinco Continentes, mientras los países socialistas de China y Cuba salvan vidas. En Guatemala, al momento de cerrar esta nota el Gobierno reporta 9 personas contagiadas, más de 517 aisladas en cuarentena y 1 fallecido.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que el avance de la infección se ha transformado en una pandemia, es decir, una enfermedad que se extiende por 152 países dejando miles de personas contagiadas y otros miles de fallecidas por complicaciones respiratorias y pulmonares que este virus produce.

Según la OMS, el porcentaje de fallecimientos oscila entre un 2% y un 4% en China y alrededor de un 0,7% fuera del país asiático. El mayor porcentaje se sitúa en los rangos etarios de más edad. Por lo que se conoce, COVID-19 es de fácil contagio y más letal que la gripe común. Por ahora, el epicentro de la pandemia es Europa con más de 83.000 contagiados, siendo Italia, España, Alemania y Francia los que tienen más personas infectadas. En América, Estados Unidos concentra más enfermos acumulando 10,259 casos positivos.

Esta emergencia sanitaria mundial disparó las alertas médicas y en un intento por controlar y detener el avance del virus, los Gobiernos han decretado estados de excepción y medidas sanitarias sin precedentes para mitigar las graves consecuencias sociales y económicas que esta crisis puede acelerar. Las imágenes publicadas por todo el mundo muestran ciudades desiertas, comercios cerrados, actividades laborales paralizadas, la gente en cuarentena obligada, confinada en sus hogares por miedo colectivo y legítimo a ser infectados.

La crisis por el COVID-19 trascendió fronteras también las ha cerrado para impedir su propagación, está transformando el modo habitual de vida de las personas e impactando la economía mundial y las nacionales con efectos negativos. En todo el mundo, los indicadores de las bolsas de valores van a la baja, lo mismo pasa con el precio del petróleo, están dadas las condiciones para una nueva tormenta económica perfecta. Una recesión mundial, es previsible en corto plazo.

Debemos prepararnos para lo que viene, cierres súbitos de empresas, pérdida de millones de empleos y de poder adquisitivo, escasez de productos y suministros, elevación de precios. Como siempre, en estas crisis los más afectados son los sectores sociales mayoritarios de clase media, media baja y quienes viven en pobreza y por debajo del nivel de pobreza.

El impacto será mayor para poblaciones de países subdesarrollados como Guatemala, con sistema de salud precario, ineficiente, limitado y sin capacidad para enfrentar una crisis sanitaria de grandes proporciones. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha advertido que si no se contiene el avance del virus, morirán millones de personas.

En Guatemala lo peor no ha pasado, apenas estamos viendo brotar los primeros casos, los siguientes días son clave para saber cómo evolucionan la propagación del virus o la contención efectiva de la infección, la recuperación de los infectados y la erradicación del virus. Un escenario distinto no deseable, sería la multiplicación desbordada de contagios y posible muerte de muchos. Mejor quédate en casa.

Artículo anteriorBernie Sanders no se rinde: se prepara para debatir con Biden
Artículo siguiente¿Es posible la unidad nacional?