Carlos Figueroa

carlosfigueroaibarra@gmail.com

Doctor en Sociología. Investigador Nacional Nivel II del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México. Profesor Investigador de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Profesor Emérito de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales sede Guatemala. Doctor Honoris Causa por la Universidad de San Carlos. Autor de varios libros y artículos especializados en materia de sociología política, sociología de la violencia y procesos políticos latinoamericanos.

post author

Carlos Figueroa Ibarra

Una de las pruebas más difíciles para el gobernante, es afrontar hechos descomunales imprevistos de cualquier naturaleza. Es en ese momento donde quien gobierna, hombre o mujer, demuestra que la mayoría que lo eligió no se equivocó. El conductor o conductora del país afectado debe saber mantener equilibrio entre las medidas gubernamentales para enfrentar la catástrofe natural, bélica, económica, humanitaria o política sin menospreciar consecuencias y sin generar pánicos injustificados. En suma debe mantener la gobernabilidad en el contexto de una adversidad mayúscula. El temple gobernante se prueba en terremotos, inundaciones, sequías, guerras, ataques terroristas, crisis económicas, escándalos de cualquier tipo y como ahora sucede en el planeta, epidemias.

La gran crisis capitalista que estalló súbitamente en octubre de 1929 condujo al Presidente Herbert C. Hoover a una aplastante derrota frente a Franklin D. Roosevelt y lo llevó a una muerte política. En cambio Roosevelt se llenó de gloria por haber resuelto la crisis en Estados Unidos a través del New Deal y también por haber conducido exitosamente al país en la Segunda Guerra Mundial. Neville Chamberlain pasó a la historia como el Primer Ministro Británico que no enfrentó con firmeza a Hitler y al fascismo y murió poco tiempo después de haber renunciado al cargo en medio de una popularidad maltrecha. Winston Churchill quien lo sucedió, es hoy considerado uno de los grandes estadistas de la historia porque supo conducir al Reino Unido en medio de una situación extrema en la guerra contra el eje fascista Berlín-Roma-Tokio.

Los ejemplos podrían multiplicarse. Hoy Donald J. Trump está enfrentando una prueba de fuego en el contexto de la expansión mundial del coronavirus. He leído con atención el artículo de un distinguido republicado, Peter Wehner (“The Trump Presidency is over” https://www.theatlantic.com/ideas/archive/2020/03/peter-wehner-trump-presidency-over/607969/) quien sostiene que el coronavirus ha golpeado fuertemente al presidente estadounidense. Según Wehner la epidemia mostró a Trump como lo que es: inadecuado intelectual, moral, temperamental y psicológicamente para estar en la Sala Oval. Su soberbia lo ha llevado a desdeñar el consejo de los científicos sobre cómo manejar la epidemia en materia de centros y pruebas de diagnóstico, avituallamiento de equipo y medicinas y subestimación de la gravedad epidémica. En los próximos meses veremos si el análisis de Wehner resulta acertado. El coronavirus también ha dejado maltrechos entre otros, al Presidente del Consejo de Ministros Giuseppe Conte en Italia, al Presidente Hasan Rouhani de Irán y al Presidente de España Pedro Sánchez. En el momento de escribir estas líneas de los 192,309 infectados y 7,840 muertos China tiene el 42% y 41% respectivamente. Los tres países mencionados acumulan el 31% de las infecciones y 50% de los decesos.

El coronavirus perdurará como pandemia al menos otros tres meses. Falta mucho para saber cuáles gobiernos saldrán bien librados de este trance mundial. En México la derecha lo sabe y está usando la epidemia como arma de desgaste. Pintan a López Obrador como ineficiente para culparlo del natural crecimiento de casos que veremos en las próximas semanas. Veremos si esta vez ganan o nuevamente fracasan.

Artículo anteriorDudas médicas
Artículo siguienteLa comunicación clara y precisa en la crisis