Arlena Cifuentes
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Durante los últimos días hemos visto el comportamiento de la sociedad –sobre todo la que tiene el poder adquisitivo- la cual no puede tildarse más que de paranoica plagada de histeria generalizada. El grado de irracionalidad demostrado pone en evidencia el egoísmo y la ausencia de solidaridad que es más poderosa y dañina que el mismo coronavirus. Por las redes sociales he visto desfilar una serie de mensajes apelando a Dios para que les salve de ser contaminados; lo cual no me sorprende pues los guatemaltecos se caracterizan por cruzarse de brazos y pedir a Dios que les resuelva los problemas sin poner la parte que a cada quien corresponde. No obstante y estar en Cuaresma los católicos no estamos exentos de este comportamiento egoísta, la forma en que acapararon desinfectantes y alimentos es impresionante, algunos no tuvimos acceso a estos productos.
Abordé el tema con varios de mis hermanos en la Fe quienes siempre se manifestaron preocupados por ellos; sin embargo, para mi desaliento nadie expresó su preocupación por lo que les sucedería a los menos favorecidos que viven en condiciones de verdadera pobreza que trae como consecuencia la desnutrición. El guatemalteco promedio no posee el hábito del lavado de manos, lo cual juega en contra nuestra, ni los medios para la adquisición de desinfectantes. Quienes tienen la vida asegurada viven en un mundo muy reducido, desconocen por completo las deplorables condiciones de vida de millones de nuestros connacionales. Deshumanización e insensibilidad es lo que hoy nos deja entrever la llegada del coronavirus.
Es muy importante poner los pies sobre la tierra y asumir que la información oficial -proveniente de las autoridades- tiene un margen de inexactitud ya que seguramente existen muchos otros casos de personas contagiadas que no han sido reportados y que en los próximos días saldrán a la luz. Al momento de escribir estas líneas hay seis casos oficialmente confirmados. Días atrás, por ejemplo, supe de una persona que vino de Tokio quien ingresó al país sin pasar por ningún control sanitario. Una pareja de amigos también ingresó de la misma manera. Hay casos fuera del control de las autoridades, no nos sorprendamos que en los próximos días las cifras aumenten considerablemente.
Corresponde al gobierno asumir la responsabilidad de dotar de jabón y otros desinfectantes a los hospitales; así como de la instalación de lavamos. Si realizan un sondeo se darán cuenta que se carece de estos elementos indispensables para enfrentar la situación actual.
Hace un par de meses abordé el tema en este mismo espacio haciendo énfasis en que debía iniciarse una campaña preventiva, de fácil comprensión en los diferentes idiomas mayas utilizando para ello los puestos de salud y la radio que es el medio de mayor alcance. Aún hoy, considero que el gobierno debería realizar un despliegue de información en los lugares más recónditos del país y en las áreas marginales con el fin de contener la propagación del covid-19-
Guatemala no está preparada para enfrentar esta crisis y si a ello sumamos el comportamiento irracional de la población seguramente habrá muchas vidas que lamentar, pero no serán las nuestras, serán las de nuestros hermanos: los más pobres, los marginados, los excluidos. Una actitud prudente es quedarnos en casa hasta donde nos sea posible.
La crisis actual, que esta vez se constituye en una pandemia deliberadamente creada por quienes conforman el nuevo orden mundial, así como la instauración de la ideología de género son un ejemplo entre otros, de los fines perversos puestos en práctica con el fin de reducir y controlar la población mundial, para lo cual es indispensable la destrucción de los valores cristianos.
Que no nos invada el miedo, que nos invadan la generosidad, la misericordia y una buena dosis de prudencia.