Jorge Santos

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Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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Por Jorge Santos

En estos tiempos de histeria provocada del coronavirus es necesario recordar algunos conceptos que nos ayuden a entender de mejor manera el momento que vivimos. La Real Academia de la Lengua Española refiere que la alienación es el proceso por medio del cual el individuo o una colectividad transforman su conciencia hasta hacerla contradictoria con lo que debía esperarse de su condición. A su vez establece en el orden de la psicología, que es un estado mental caracterizado por una pérdida del sentimiento de la propia identidad.

Y es que existe una serie de instrumentos que son utilizados por las élites para alienar y producir una disociación en la población con respecto a su realidad circundante. La reciente pandemia del coronavirus ha sido como un vaso de agua en medio del desierto para Giammattei, particularmente en cuanto que, esta enfermedad le permite incorporar una serie de mecanismos de miedo que aliena aún más a la población. Los medios de información, instrumentos de estas elites corruptas, escandalizan, con un tono amarillista, entre música que predisponen al suspenso y los narradores de las noticias lo hacen con voces alarmantes. Mientras el pánico cunde, pasan una serie de hechos graves que le afectarán más que la pandemia del COVID-19.

Varios procesos políticos, económicos y sociales subsisten en la actualidad al amparo de la invisibilidad, mientras la histeria persiste. El escándalo del privado de libertad Alejos, se percibe en la lejanía frente a la emergencia mundial. La diversidad de denuncias públicas sobre la intromisión de operadores políticos de actores del empresariado guatemalteco y de otros actores han causado indignación social, que lamentablemente no se convierte en un proceso de organización y movilización permanente que permita expulsar las prácticas corruptas y espurias, que permitan a través de los mecanismos democráticos sacar de la profunda crisis en la que ha entrado el Organismo Judicial.

Mientras la corrupción se apodera de los tres poderes del Estado guatemalteco y se rompe con la independencia entre dichos poderes; la imposición en las relaciones de producción a través de la vieja premisa del “pan y circo”, montado por las élites guatemaltecas, han producido un rompimiento de la solidaridad y la cooperación entre las y los excluidos, las y los trabajadores y no digamos entre aquellos que con mejores posibilidades son más solidarios con su opresor que con sus pares.

De tal cuenta que esta alienación que produce un modelo de Estado y de Desarrollo, tiene una enorme ventaja frente a lo que pareciera ya la anomía social. La alienación es sin lugar a dudas una importante columna del retroceso existente en materia democrática y de derechos humanos en Guatemala y permite a los corruptos y transas imponer su dictadura a sabor y antojo. Frente a esta realidad la tarea histórica de los Pueblos, trabajadores, excluidos y discriminados es la articulación social, la solidaridad, la construcción de un referente nacional capaz de enfrentar a la dictadura que se está consolidando en Guatemala.

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