Es un hecho la propagación a lo largo y ancho del planeta del coronavirus o COVID-19, como se le ha designado específicamente, y la cuestión no es si llegará a Guatemala, sino cuándo y cuál será la capacidad de respuesta de nuestro Sistema de Salud, especialmente en las áreas más recónditas, pobres y abandonadas donde la calidad de los servicios es bastante deficiente. Lo fundamental es que existan eficientes y masivas campañas de divulgación a través de todos los medios posibles para ilustrar a la gente de manera en que no se genere pánico, pero con suficiente información sobre lo que cada persona debe hacer, empezando por una sencilla pero completa descripción de los síntomas y a dónde ir en caso de que se presenten.
China, el primer país afectado, tiene Sistemas de Salud mucho más eficientes de los que tenemos en Guatemala y ese país tuvo la capacidad hasta de levantar hospitales en apenas diez días para atender la explosiva demanda. Es indudable que la experiencia de ellos tiene que ser tomada en cuenta en nuestro medio, así como se debe disponer de la asesoría de la Organización Mundial de la Salud, aunque hay que decir que hemos escuchado en el país voces y consejos serios y científicos que el mismo ministerio tendría que tomar en cuenta y difundir, como el de la doctora Iris Cazali, infectóloga, jefe de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Roosevelt.
Lo fundamental es mantener la calma en medio de la alerta que debe existir para prevenir consecuencias mayores frente a la propagación mundial del virus. A estas alturas no tenemos capacidad siquiera de saber si ya hay casos en el país porque no disponemos de los mecanismos para su detección, pero empezar por las medidas de higiene es un buen paso aunque tenemos que reconocer que no en todo el país existe agua corriente y tratada para asegurar siquiera la frecuencia en el lavado de las manos que se considera como una de las acciones fundamentales, según todo lo que afirman las fuentes serias de información.
Y por supuesto que el otro tema que debemos tomar en cuenta es el de la población en riesgo y entender que con la mitad de nuestros niños en estado de desnutrición crónica y un alto porcentaje de la población mal alimentada, crece la vulnerabilidad, lo que obliga a incrementar la prevención, tema en el que las patrañas y mentiras en las redes sociales toman delantera a la aún esperada voz oficial del Sistema de Salud.