Amy Goodman y Denis Moynihan
El presidente Donald Trump y Larry Kudlow, director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, no son médicos, pero en la televisión hacen de cuenta que sí. Mientras que la epidemia de coronavirus va camino a convertirse en una pandemia y genera una caída en el mercado de valores estadounidense, Trump y Kudlow, un expresentador de televisión de la cadena CNBC, desinforman con desparpajo sobre los contagios en EE. UU.
Recientemente asesor Kudlow declaró en su vieja cadena de TV, CNBC: “Hemos contenido (al coronavirus). No diría que en un 100%, pero muy cercano a eso”. También Trump tuiteó: “Con índices de audiencia bajos y noticias falsas, las cadenas MSDNC (Comcast) y CNN están haciendo todo lo posible para que el coronavirus (sic) se vea tan mal como sea posible, incluyendo causar pánico en los mercados. […] ¡Estados Unidos se encuentra en excelente estado!”. En su tuit, Trump escribió incorrectamente la palabra “coronavirus”.
Estas declaraciones apuntaron a contradecir de manera directa una grave advertencia emitida ese mismo día por la doctora Nancy Messonnier, directora del Centro Nacional de Inmunización y Enfermedades Respiratorias. La doctora señaló en una rueda de prensa: “La nueva situación mundial del coronavirus evoluciona y se expande rápidamente. Sigue llegando información de casos de transmisión local en algunos países desde la última vez que hablamos. Esto significa que están apareciendo casos de Covid-19 sin una fuente conocida de contagio. Los lugares con informes de contagio autóctono ahora incluyen Hong Kong, Irán, Italia, Japón, Singapur, Corea del Sur, Taiwán y Tailandia. La circulación local del virus dentro de una comunidad a menudo es el desencadenante para comenzar a implementar nuevas estrategias adaptadas a circunstancias locales para disminuir el impacto de la enfermedad y puede retrasar la propagación del virus. Es preocupante que este virus produzca un tipo de enfermedad que puede causar la muerte y que tenga un contagio sostenido de persona a persona. Estos factores cumplen dos de los criterios de una pandemia. Mientras se detectan cada vez más países con contagio local, el mundo se acerca a cumplir el tercer criterio: propagación mundial del nuevo virus”.
Refiriéndose a un posible brote en Estados Unidos, la Dra. Messonnier dijo: “Ya no es cuestión de si esto va a suceder, sino más bien… de exactamente cuándo sucederá y cuántas personas en este país padecerán la versión grave de la enfermedad”.
Hasta anoche se habían confirmado más de 82 mil casos de infecciones por coronavirus en todo el mundo y 2 mil 800 muertes, según informó el equipo de seguimiento de la epidemia de la Universidad Johns Hopkins. La mayoría de estos casos ocurrieron en China, pero el virus se detectó en todos los continentes, excepto en la Antártida, y también se informaron muertes en Irán, Italia, Francia, Japón, Filipinas, Taiwán, Hong Kong y a bordo del crucero “Diamond Princess”, que se encuentra en cuarentena en Yokohama, Japón.
Una de las acciones fundamentales que puede tomar un gobierno para prevenir o limitar una pandemia es comunicar información precisa y clara a la mayor parte de la población que sea posible.
Esa es probablemente la razón por la cual Li Wenliang, un oftalmólogo de 34 años de edad del Hospital Central de Wuhan, China, compartió sus observaciones sobre el brote mientras estaba tratando pacientes el 30 de diciembre del año pasado. El gobierno chino censuró sus publicaciones y se le ordenó que acudiera a una estación de policía para firmar una confesión de que había hecho “declaraciones falsas” en las redes sociales. Al menos otras siete personas fueron hostigadas de manera similar. Unos días más tarde, Li Wenliang contrajo la enfermedad por infección del coronavirus y fue hospitalizado; falleció el 6 de febrero. Su muerte provocó críticas generalizadas contra el gobierno chino por reprimir las noticias sobre la gravedad de la epidemia y por castigar a un valiente denunciante. El director del hospital de Wuhan, de 47 años de edad, murió de la misma infección viral poco después.
De todos modos, China respondió al brote de manera contundente: construyó un hospital de mil camillas en menos de una semana y puso en aislamiento a Wuhan y a otras grandes ciudades, dejando en cuarentena a unos cien millones de personas en el país.
En Estados Unidos, a medida que aumenta la cifra de casos de coronavirus confirmados, nuestra preparación, o falta de ella, es motivo de preocupación. La periodista científica ganadora del Premio Pulitzer, Laurie Garrett, informó recientemente en una entrevista para Democracy Now!: “Ahora mismo todos están reconociendo que fue un gran error por parte del gobierno de Trump arrasar con toda la infraestructura de respuesta ante pandemias que había creado el gobierno de Obama. ¿Por qué lo hizo? Bueno, definitivamente no fue un tema de dinero, porque el programa no tenía grandes fondos. Ciertamente fue porque era un programa de Obama”.
Actualmente, no existe una estructura coherente en Estados Unidos para abordar una pandemia letal que se propague rápidamente. En su lugar, la primera línea de respuesta está ocupada por una tropa de personas leales a Trump, no calificadas, afortunadamente junto con profesionales de carrera de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y los Institutos Nacionales para la Salud que hacen todo lo posible para proteger a la población pese a la ineptitud de la Casa Blanca.
El martes pasado, en una audiencia del Senado, el senador republicano de Luisiana John Kennedy se mostró incrédulo ante la falta de preparación del secretario interino de Seguridad Nacional, Chad Wolf. Tras interrogar a Wolf sobre una amplitud de temas, tales como cantidad de respiradores disponibles, tasas de infección, cantidad estimada de posibles contagios en el futuro y otras especificaciones, el Senador Kennedy dijo con exasperación: “Señor secretario, vamos a detenernos aquí. Se supone que usted debe mantenernos seguros. El pueblo estadounidense se merece respuestas directas sobre el coronavirus y usted no me las está dando”.
En una conferencia de prensa el pasado miércoles por la noche, Trump nuevamente aseguró a la población que todo iba a estar bien, siempre y cuando la gente se lavara las manos y evitara tocar los picaportes de las puertas.
También anunció que el vicepresidente Mike Pence iba a coordinar la respuesta federal e hizo referencia al “Modelo de Indiana”, el servicio de salud pública que Pence implementó como gobernador. ¿Qué experiencia estaba alabando Trump cuando se refirió al “Modelo de Indiana”?
Entre 2011 y 2015, primero como integrante del Congreso de Indiana y luego como gobernador, Pence supervisó la desfinanciación de la organización Planned Parenthood, así como el cierre de los programas de intercambio de jeringas. Tras un brote de infecciones por VIH, Pence se vio obligado a dar marcha atrás. Sus prescripciones moralistas, que cancelaron políticas de salud pública fundamentales, causaron un daño duradero. ¿Qué se podría esperar de él ahora?
Tenemos un mensaje para Trump y sus compinches: no estamos hablando del mercado de valores ni de su reelección; la epidemia–o pandemia– del coronavirus exige una respuesta mundial de salud pública coordinada, profesional y con la mayor financiación.