Fernando Mollinedo C.

Más de la mitad de los guatemaltecos no saben qué es el Estado de Derecho, aunque los gobernantes cacareen que ahora sí estamos viviendo en un Estado de Derecho. La sociedad civil, los partidos políticos y la prensa desarrollan una actividad eficaz de contrapeso a las decisiones y planes de los gobiernos estatal y municipal.

La organización World Justice Project (WJP) mide el apego al Estado de Derecho con base en encuestas realizadas personalmente a los ciudadanos comunes; para ello considera ocho dimensiones, desde la corrupción hasta la justicia penal, uno de los factores se refiere a los límites del poder gubernamental, como por ejemplo, medir si los periodistas, organizaciones de la sociedad civil, activistas de derechos humanos y personas particulares pueden reportar y comentar libremente acerca de las políticas gubernamentales sin temor a sufrir represalias.

¿Son efectivos los contrapesos en Guatemala? O, ¿existe el miedo por las experiencias negativas ocurridas en el pasado reciente, como el asesinato de periodistas en Mazatenango y otros Departamentos? ¿Es de verdad y dentro de ese tema, el indicador mejor evaluado la efectividad de la sociedad civil, los partidos políticos y la prensa como contrapesos de los gobiernos estatales?

El Estado de Derecho es un principio de gobernanza en el que todas las personas, instituciones, entidades públicas y privadas incluido el propio Estado, están sometidas a leyes que se promulgan públicamente, se hacen cumplir por igual y se aplican con independencia, además de ser compatibles con las normas y los principios internacionales, especialmente, de Derechos Humanos. Así mismo, están obligadas a acatar leyes justas, imparciales y equitativas y tener el derecho a igual protección de la ley, sin discriminación alguna. ¿Se cumple eso en Guatemala?

Los gobernantes de todas las épocas se han considerado ellos mismos como designados por Dios, honestos, justos, honrados, correctos, incólumes, íntegros, decentes, probos, dignos y cuanta palabra o calificativo positivo pudieran merecer; sin embargo la Historia de Guatemala los ha mostrado tal cual fueron y son: personas normales con defectos y cualidades aunque predomínenlos primeros por ser humanos y en la mayoría de casos: ignorantes, iletrados, injustos, prepotentes, abusivos, autocráticos, maleducados, soberbios, cobardes, rencorosos, traidores y malos de corazón.

Los guatemaltecos tiene el recuerdo vivo por medio de la Historia el poder presidencial desbordado, desbocado, que aún despojado de sus mitos y exageraciones se percibió como todopoderoso; un sistema en el que, el poder ejecutivo anuló la acción independiente de los poderes Legislativo y Judicial por medio del miedo a perder la vida, por compra directa o amenazas veladas, a eso se le llamó dictaduras y en otros casos, huevos tibios, pusilánimes, cobardes, miedosos, timoratos, hipócritas y otros epítetos más.

¿Quién le pone el cascabel al gato? ¿Sigue así de feo el asunto? ¿Hay verdaderos contrapesos al gobierno ejecutivo? ¿Son los presidentes semidioses que todo lo saben y todo lo pueden? ¿Todólogos do nascimento?

Fernando Mollinedo

mocajofer@gmail.com

Guatemalteco, Maestro de educación primaria, Profesor de segunda enseñanza, Periodista miembro de la Asociación de Periodistas de Guatemala, realizó estudios de leyes en la Universidad de San Carlos de Guatemala y de Historia en la Universidad Francisco Marroquín; columnista de Diario La Hora durante 26 años, aborda en sus temas aspectos históricos, educativos y de seguridad ciudadana. Su trabajo se distingue por manejar la palabra sencilla y coloquial, dando al lector la oportunidad de comprender de modo sencillo el universo que nos rodea. Analiza los difíciles problemas del país, con un criterio otorgado por su larga trayectoria.

post author
Artículo anteriorResponsabilidad de los fiscales del MP
Artículo siguienteEstados de excepción