Walter Juárez Estrada
En el último proceso electoral participaron 27 instituciones de derecho público, varias sin ideología definida, llegando al final la UNE, con Sandra Torres y VAMOS, con Alejandro Giammattei, que ganó el balotaje en la segunda ronda, proceso cuestionado por varios sectores, violándoles sus derechos de elegir y ser electos por el Tribunal Supremo Electoral, desmotivando a millones de sufragantes a participar en la segunda vuelta, alegando un supuesto fraude en el primero y el segundo evento, por la calificación de votos, imputaron que nunca fue aclarada, pero quedó flotando en el ambiente con muchas dudas en ambos comicios.
Desde hace varios años, al entrar en vigencia la actual Constitución, la mayoría de partidos con pocas excepciones, han sido maquinarias electoreras y empresas mercantiles, cuyos dirigentes se venden al mejor postor. En el pasado habían partidos con mística. El partido Revolucionarios y Democracia Cristiana Guatemalteca, de izquierda moderada y dos de extrema derecha, Movimiento de Liberación Nacional e Institucional Democrático. Dichas entidades llevaron a la presidencia, a sus más connotados líderes, que también se plegaron a intereses foráneos, quedando en evidencia la ideología que pregonaban.
De los años dorados de la democracia, ahora la situación tiene rumbos muy distintos. Los dirigentes se plegan al que más dinero da y nacen los conflictos. La Unidad Nacional de la Esperanza es el claro reflejo que no hay ideología, sino intereses dinerarios y espurios. Sandra Torres, que con su excónyuge fundaron la UNE, ahora sufre una traición de sus propios aliados, al pedir su expulsión del partido, por hechos que la imputada rechaza y ha sindicado a sus antiguos aliados y ahora detractores, de traidores y cínicos. No hay que dejar por un lado las ambiciones de quien siendo primera dama, influyó en las decisiones de su exmarido, llegando al extremo de divorciarse para postularse a la presidencia, cuestión que fue censurada por la población, como se demostró en las urnas.
Pero Torres no se da por vencida y compite en el último proceso electoral, relegándosele al segundo puesto. La escisión en la UNE traerá consecuencias. La dirigencia que tacha de corrupta y vendida a la ex primera dama, da por sentado que hará una reorganización. Hasta ahora no ha salido a la palestra el líder que pueda sustituir a la defenestrada dirigente, quien podría volver a prisión, desacato la advertencia que le hizo al juez, donde está imputada de financiamiento ilícito en el 2015, cuando corrió por la primera magistratura.
El enfado que le tiene la actual cúpula de la UNE a Torres porque los traicionó al perder la presidencia del Legislativo Orlando Blanco y además por manipular a las comisiones para seleccionar a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y Salas de Apelaciones, para favorecer a los políticos presos en el Mariscal Zavala, donde estuvo privada de su libertad que abrió las puertas para increparla y expulsarla del partido, que tienen que agotarse los estatutos de la entidad y eso deviene de la poca consciencia política de uno y otros.