Jorge Santos

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Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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Por Jorge Santos

A menos de un mes de haber asumido el nuevo gobierno, ya tenemos algunas orientaciones y modos de trabajo que son necesarios ir develando. Primero es necesario establecer los diferentes actores que han sido nombrados en cada uno de los ministerios, secretarías y comisiones por parte del Presidente. Pareciera ser que dos grandes actores han tomado plena posesión sobre el Gobierno; por un lado, la oligarquía tradicional, que representa los intereses de los ocho grupos corporativos más grandes del país y por el otro los militares que representan los intereses del resguardo de la impunidad (diversa) como los intereses del primer grupo de actores.

Una vez identificados los grandes actores dentro del Gobierno de Giammattei debe pasar uno a describir y luego analizar las primeras acciones emprendidas por este. Primero debe hacerse mención a la instalación de medidas populistas, pero peligrosas por su contenido militarista. Decretar estados de Prevención innecesarios para frenar delitos que aquejan a la población, pero sumamente útiles para la toma de control territorial por parte del Ejército y para la defensa de los intereses del capital en los seis municipios donde está medida ha sido ordenada. Una medida mediocre que vende el espejismo que en seis días se acabaran los males de inseguridad que viven las y los guatemaltecos.

La otra acción digna de observar es el apoyo del partido político VAMOS, que llevó a Giammattei al Ejecutivo, hacia la conformación de la nueva Junta Directiva del Congreso de la República. Por más que en su discurso de toma de posesión, renunció al Partido y demás alharaca, refirió su compromiso contra la corrupción, impunidad y crimen organizado. En la concreta, su partido político se alió con estructuras del narcotráfico, con actores clave de la corrupción y la impunidad con la finalidad de obtener la presidencia del parlamento.

Por otro lado, el apoyo al autodenominado “acuerdo de paz” en el norte de Huehuetenango, que sólo logra el arreglo entre amigos de la inversión y la instalación de un proyecto hidroeléctrico en San Mateo Ixtatán, pero dejando de lado a las comunidades principalmente afectadas por este proyecto. El “nuevo gobierno” anuncia con bombos y platillos el “regreso” a la zona, cuando la única presencia del Estado guatemalteco históricamente ha sido la represión militar y policial. Pero aun cuando el supuesto acuerdo de paz anuncia desarrollo para las comunidades, lo primero que se instala es el Ministerio Público; después o nunca llegará la educación, la salud, la infraestructura social y económica, el bienestar para todos y todas.

Por último, es necesario nombrar las tres iniciativas de ley presentadas por el Presidente, las cuales se vienen a sumar a un entramado de leyes regresivas en democracia y derechos humanos. Tres iniciativas innecesarias, pero que le darán marco al amplio esquema represivo que quiere instalar. Estas leyes junto al paquete que ha anunciado para beneficiar a los de siempre, lo retratan como el gobierno de la continuidad y la consolidad del reino de la corrupción e impunidad.

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