Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Está debidamente probado que la economía guatemalteca sería un auténtico desastre de no ser por el aporte de los migrantes que envían más de diez mil millones de dólares al año, dinero que es el motor de la actividad económica puesto que sin esa inyección estaríamos realmente en trapos de cucaracha. Pero no obstante que es tanto su aporte y tanto lo que significa su trabajo y sacrificio, resulta que desde Guatemala se les da la espalda en todo, empezando por los acuerdos migratorios suscritos bajo el chantaje del retiro de la “ayuda” económica de Estados Unidos, además de la importancia de la gallina en crema con loroco, y terminando con el trato que reciben los migrantes en los consulados existentes.

Ayer publicamos un reportaje del diario Los Ángeles Times, en español, en el que se criticó severamente la inauguración que se hizo con bombos y platillos de un consulado en Filadelfia y que dos meses después no atiende a la población. Al conocerse la noticia del acto inaugural, presidido por la esposa de Jimmy Morales, la gente de la región empezó a buscar ayuda en la recién “abierta” oficina de atención a los guatemaltecos, pero se toparon con que no hay tal atención porque el local permanece cerrado. Ayer la cancillería respondió “informando” que es por los trámites internos que tienen que hacer y que demandan más de dos meses para que empiece a operar el consulado, lo que nos indica que las inauguraciones deben hacerse cuando ya todo está listo y no como pasó con el libramiento de Chimaltenango y con el consulado de Filadelfia, que fueron actos propagandísticos.

Pero el poco interés y apoyo que reciben los migrantes es poco cuando se ve la forma en que el mismo Estado de Guatemala los explota. Resulta que, para concretar las gestiones en el Registro Nacional de las Personas, Renap, se han dado avances tecnológicos importantes y muchos de los trámites se pueden ahora hacer en línea, lo cual constituye, sin duda, un beneficio para todos los guatemaltecos, incluyendo a los que viven en Estados Unidos. Pero resulta que la tarifa que se aplica a los usuarios de Guatemala es mucho menor que la que tienen que pagar los migrantes, puesto que si una certificación de nacimiento extendida digitalmente en nuestro país cuesta Q19.00, resulta que el mismo trámite realizado desde alguna computadora de los consulados sale en $19.00 dólares.

En otras palabras, a los migrantes se les está cobrando casi ocho veces más por realizar la misma gestión y eso es simple y sencillamente exprimir a los que nos están manteniendo la economía. Para el Renap no implica ningún costo adicional si el trámite se hace desde una computadora en Guatemala o desde otra en Estados Unidos porque el procedimiento es exactamente el mismo. Y mañosamente se aparenta que el costo es igual porque en ambos casos cobran 19.00, pero aquí hablamos de quetzales y en el caso de los migrantes estamos hablando de dólares.

¿Cómo puede ser que hasta una institución pública esté explotando a los migrantes de manera tan burda?

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