Casi cada día el doctor Alejandro Giammattei traslada a la población nuevas informaciones sobre los burdos trinquetes realizados por Jimmy Morales y sus más cercanos colaboradores y tenemos que concluir en que para que esa gente tan incapaz haya podido sacar tanta raja del erario público, debe ser porque tenemos un sistema absolutamente poroso que permite que cualquiera, literalmente, pueda hacer micos y pericos con los fondos del Estado.

Entendiendo que por donde pasaron hicieron su agosto, debemos pensar no sólo en el necesario castigo sino en buscar las reformas necesarias para evitar tanto saqueo, alentado por un sistema diseñado precisamente para facilitar los negocios y garantizar la impunidad. El nuevo gobierno tiene menuda tarea por delante y es preciso que se establezcan mecanismos para emprender reformas profundas en nuestra forma de gestión pública.

Lamentablemente hay que decir que está contaminado todo el aparato del Estado. La corrupción rige en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, pero también en las instituciones autónomas, semiautónomas y descentralizadas. El poder local se ha convertido en reducto de una partida de mañosos que han sabido ejercer su autoridad para asegurarse reelecciones ininterrumpidas que les permiten crear verdaderas estructuras de corrupción que perjudican a los ciudadanos.

En esas condiciones no podemos sorprendernos de los niveles de pobreza y abandono que sufre nuestra gente porque la mayor parte de la actividad económica de Guatemala gira alrededor de los trinquetes oficiales y quienes tienen el derecho a privilegios los acumulan descaradamente en perjuicio del resto de la población.

Por ello es que tenemos dos fenómenos sociales producto del abandono y desesperanza de nuestra gente. La migración es la salida que tienen que tomar los emprendedores y más trabajadores, pero es una ruta difícil y que demanda mucho esfuerzo para quienes logran llegar al Norte. Para los que quieren las cosas más rápidamente y con mayor facilidad, las pandillas se convierten también en una salida a esa pobreza y falta de oportunidades.

Ayer Giammattei dijo que los muros físicos o de fuerza pública no detendrán la migración y que el único muro capaz de contenerla es el del desarrollo e inversión en la gente. Lo mismo se puede decir también de las pandillas porque son dos fenómenos con origen común y compartido.

Pero mientras persista el sistema poroso diseñado para alentar la corrupción y asegurar la impunidad, no habrá poder ni entidad pública que trabaje por la gente porque todas han sido puestas al servicio de los negocios que resultan una enorme tentación hasta para quienes llegan con las mejores intenciones.

Redacción La Hora

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