Fernando Mollinedo

mocajofer@gmail.com

Guatemalteco, Maestro de educación primaria, Profesor de segunda enseñanza, Periodista miembro de la Asociación de Periodistas de Guatemala, realizó estudios de leyes en la Universidad de San Carlos de Guatemala y de Historia en la Universidad Francisco Marroquín; columnista de Diario La Hora durante 26 años, aborda en sus temas aspectos históricos, educativos y de seguridad ciudadana. Su trabajo se distingue por manejar la palabra sencilla y coloquial, dando al lector la oportunidad de comprender de modo sencillo el universo que nos rodea. Analiza los difíciles problemas del país, con un criterio otorgado por su larga trayectoria.

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Fernando Mollinedo C.

El uso de internet le dio un giro trascendental al mundo de la información o comunicación, facilitando casi todas las acciones de comercio, trabajo y estudio; ahora, por medio de las redes sociales nos interconectamos con personas conocidas y desconocidas en cualquier parte del mundo y podemos expresarnos sin censura; aunque muchísimas personas hagan mal uso de estas poderosas herramientas.

He de suponer que, para la gran mayoría de la población, las redes sociales son una válvula de escape o desahogo por medio de los denominados memes, los cuales aluden de forma directa a los acontecimientos o conductas de las personas y en especial de las declaraciones inocentes, ingenuas, sarcásticas, estúpidas o premeditadas de los funcionarios gubernamentales.

Algunos de esos memes son en realidad geniales, manifiestan la inmensa capacidad de burlarnos del prójimo, de nuestras carencias y falencias; el meme como chiste es breve y conlleva una carga emocional de alegría, cólera, frustración, invitación o recordatorio a los días en que el alcoholismo parece ser una función obligatoria de los ciudadanos, como por ejemplo en las festividades nacionales y/o religiosas, Navidad, Semana Santa, cumpleaños y otras.

Nuestro escape a la problemática social no tiene límite. Uno tras otro viene el chiste y meme; es inútil pelear contra el sistema, por lo tanto, nos sentimos satisfechos con denunciarlo, burlándonos de cuánto presidente ladrón, embustero, ministro, diputado, alcaldes boxeadores, juez, policía o empleado del Estado comete alguna acción lesiva para el erario nacional o para los habitantes del país.

Para vengarnos de esas conductas oprobiosas, hacemos público el chiste que delata su carencia de idoneidad, honradez, seriedad, cultura, educación y conocimiento del cargo que desempeña. Veamos algunos ejemplos en retrospectiva: 1) capturar aviones de narcotraficantes con camiones viejos, 2) dormirse en un acto público y justificar que estaba analizando los problemas nacionales, 3) decir que la corrupción es normal en Guatemala, 4) ofrecer albañiles para construir un muro en Estados Unidos y otras estupideces más.

Cuando pasa el efecto del chiste nos preguntamos con seriedad lo siguiente: ¿Será objeto de risa la cauda de: a) asesinatos diarios, b) las violaciones sexuales a mujeres de toda edad, c) la pobreza extrema en que se encuentra una gran parte de la población; d) la falta de medicinas e insumos en los hospitales nacionales y dispensarios, e) la falta de control del transporte extraurbano de pasajeros, f) el alza de los productos de la canasta básica, g) el hueveo denominado “redondeo” que se aplica ilegalmente en los bancos y supermercados y h) el asalto que hacen los policías nacionales civiles a los migrantes que van de paso hacia el norte por este territorio.

Durante la administración del expresidente Jimmy Morales, se dio el regreso de la impunidad gubernamental, legislativa y judicial, se retrajo la inversión pública, hubo inestabilidad laboral, recortes de presupuesto, los expertos en el tema estiman que la recaudación fiscal caerá este año; entonces, ¿podemos hacer chiste sobre eso?

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