Mario Alberto Carrera
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Demagogia –en su primera acepción en el DLE o DRA– tiene como significado la dominación tiránica de la plebe. Pero curiosamente –en la segunda– aparecen casi como antiéticos, porque dice –el DLE– que es el halago que se hace a la plebe para dominarla.
Hay diversos modos de dominar a las masas. Unos descarados y acérrimos y otros melifluos, “diplomático-políticos” y también histriónicos, es decir insidiosamente enmascarados y disfrazados. En Guatemala se emplea para eso de someter –para esto de manipular y envolver a las masas– diversos procedimientos. Para empezar, los dos triunfantes y entronizados en las mejores casas que menciono arriba. Pero hay más desde la desaparición forzada y el asesinato impúdico de limpieza social. Otros han mentido con la palabra “concertación” (Cerezo y robá pero poquito) y otros “cohesión social”, “i ladri” de los Colom.
A partir de las revoluciones estadounidense y francesa (que se llevan pocos años de diferencia, pero que ambas proclaman los derechos humanos cual base fundamental) los políticos, los gobernantes y la nueva clase que ascendió a “primera”: la alta burguesía y sus clones, ponen en movimiento y en práctica nuevas directrices y acciones, dizque para socializar o racionalizar los negocios y las relaciones del Estado. Quizá todo haya comenzado con el “Contrato Social” o con Hume. Pero en este “Contrato” de J.J.R. del cual la nobleza “nueva” hizo gatopardistas elogios (aunque el Príncipe de Lampedusa no hubiera nacido). Pero muy pronto esta nobleza que era una mezcolanza inverosímil, encontró cómo saltarse las trancas y en vez de beneficiar también al obrero casi que lo hunde más: ya que el “Contrato” era una especie de alianza social entre los tres grandes estados generales. El político marrullero siempre sabe cómo darle la vuelta a la realidad y lograr que lo bueno sea malo y lo malo, bueno. ¡Todo un malabarismo!
La política no es más que la ciencia que nos enseña a dominar, a cómo se domina y, sobre todo los procedimientos para mantener a la clase dominante siempre sobre las otras y en la práctica sulfurosa nos enseña cómo acceder a él empleando sobre todo la demagogia, la mentira, el cinismo, la cara dura y el corazón de piedra y, sin embargo, en sus gacetillas sociales suele decir irónicamente: “ya se encuentra en brazos del Eterno don Fulanito de Tal”.
Desde que los gringos dieron la orden a Latinoamérica de no más dictaduras militares y por lo mismo fin de las guerrillas y de la Guerra Fría, muro de Berlín y fin de la URSS y “de que hay que vivir en democracia” término y significado que ni ellos comprenden ni practican, ya que en el mundo sólo hay 18 democracias netas y puras y los EE. UU. no es una de ellas.
Con el final de todo lo que rodeó mi infancia y mi vida adulta, parecería que cambió todo ¿verdad Príncipe de Salina? Pero no es así el poder y el dinero –con esa treta del libre mercado y la privatización– sirvió para obligar por ejemplo a la cacareada “firma de la ¿paz? Que fue uno de los nuevos ingredientes que la clase dominante fingió que donaba a los pobres, pero de ella sabemos muy poco ahora. Cambiaron los procedimientos, explotó el populismo de los dos lados y nos quieren hacer creer que realmente mandan en aras del bien común”. ¡Bendita la Constitución Política de Guatemala!, que desde Palermo el Príncipe bendice.