Jorge Santos

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Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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Por Jorge Santos

El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, una de las obras más importantes de Karl Marx, evoca una idea inicialmente abordada por Hegel, que nos plantea la doble aparición de los fenómenos sociales, políticos, económicos y culturales a través del tiempo, de tal cuenta que para que dicho hecho no se dé, es necesario ser inclemente y atrevernos a romper con la trayectoria de la historia. Por su parte, Federico Guzmán Rubio en su libro Será Mañana: la eterna pesadilla de la revolución, dice que “la idea básica de Marx, en esa figura retórica de la doble aparición de los fenómenos, primero con ropajes augustos y luego con disfraces ajados, es que el paso del tiempo, de la historia, es impiadoso con las manifestaciones que no están ajustadas a su época”.

Y es que tal como lo manifiesta esa idea, pareciera ser que los destinos de la historia en el país, estuvieran encadenados una y otra vez a esta premisa. Los pueblos en estos territorios llamados Guatemala han emprendido en muchas oportunidades acciones tendientes a romper con la larga historia de pobreza, inequidad, racismo, exclusión, corrupción, impunidad y violencia. Lamentablemente las elites que han gobernado han sido tan atrasadas que hacen una y otra vez, repetirse la historia de dolor, terror y muerte. Desde la Colonia, los pueblos han luchado por alcanzar un porvenir digno para todos y todas. El último intento por alcanzar un futuro distinto asomo su cabeza en 2015, cuando acompañando la lucha contra la corrupción y la impunidad, se inició la limpia del Estado guatemalteco. Aquellas estructuras criminales identificadas como Cuerpos Ilegales y Aparatos Clandestinos de Seguridad (CIACS) que se han agarrado como sanguijuelas a las instituciones públicas, fueron perseguidas y muchos de sus integrantes puestos bajo las rejas. Funcionarios del más alto nivel y miembros todos de la corrupta elite política, pero también militares de alta y en situación de retiro, miembros de la rancia oligarquía guatemalteca y miembros del crimen organizado, fueron identificados, investigados y perseguidos penalmente. Movilización social y popular acompañó esta campaña contra la corrupción y la impunidad y fue más allá al pedir transformaciones profundas al Estado orquestado por estas estructuras.

Luego vino un mal comediante a impulsar todo en una enorme gran farsa. Manejado por las mismas elites de siempre, convirtió todo en una tragedia. Hoy, cuatro años después, la historia pasada se convirtió en nuestro presente y muy probablemente en nuestro futuro. A tan sólo dos días del nuevo gobierno de Alejandro Giammattei sus decisiones y materializadas acciones nos ponen en un permanente bucle en retroceso hacia el pasado. Una enorme y vasta farsa se impone en el país. Nada bueno puede resultar para la sociedad y sus pueblos; un gobernante que no ha entendido nada o que ha entendido el negocio de los de siempre y que, por ello, todos los que le acompañan son el vivo reflejo del atraso y la perdición.

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