De cuerpo entero se pintó el Parlamento Centroamericano con sus acciones para acoger aceleradamente en su seno a Jimmy Morales y Jafeth Cabrera, confirmando no sólo su absoluta inutilidad a lo largo de su existencia, sino que el único papel que realmente cumple es el de ser reducto de corruptos para asegurarles impunidad. Desde su misma creación, por iniciativa del gobierno de Vinicio Cerezo, se dispuso incorporar a los expresidentes y exvicepresidentes de los países que lo integren simplemente para darles inmunidad, porque por su misma forma de constitución, el Parlacen nunca ha servido para absolutamente nada. No hay en sus anales ni un solo acto digno de reconocimiento porque al no tener efecto vinculante, es un club de desocupados que se reúnen únicamente para justificar un jugoso salario.

Pero podría pasarse que fuera un club de vagos, como hay tantos en estos países de Centroamérica, pero la burda confirmación de que se trata de un instrumento de la impunidad, ocurrida en las últimas horas del pasado 14 de enero, con las maniobras cínicas para acelerar la incorporación de un Morales temeroso de la mano de la justicia, viene a confirmar el sentimiento generalizado de que Guatemala no debe seguir formando parte de ese mamotreto tan costoso como inútil.

El hoy presidente, Alejandro Giammattei, dijo que o el Parlacen se reforma o Guatemala se sale y si en el momento en que hizo tal aseveración tuvo todo el sentido del mundo, cuánto más ahora que todos nos dimos cuenta de lo que es y para lo que sirve ese mal llamado foro regional que, repetimos, no tiene la menor utilidad y en el que las reuniones únicamente persiguen justificar la erogación de los salarios que devengan los representantes y los sueldos de una costosa burocracia carente de sentido.

Se sabe que el ingreso de Morales fue propiciado, en primer término, por el entonces presidente del Parlacen el guatemalteco Fuentes Soria, de efímero, inútil e inservible pasó por la Vicepresidencia de Guatemala, pero también como resultado del pacto con Sandra Torres quien buscaba que su hija presidiera el Parlamento. Obviamente sólo para ostentar un cargo y ganar un sobresueldo, pero para ello se negoció suciamente la cochinada en la elección de la Junta Directiva del Congreso, baldón que puede pesar a Giammattei tanto como aquella decisión de Jimmy Morales de incorporar a su bancada a la bazofia del Congreso que andaba a la caza de una oportunidad para hacerse de dinero cambiando de partido y sumarse al oficialismo de entonces.

Redacción La Hora

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