Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
El discurso del presidente Alejandro Giammattei, en el papel, parece uno con el que pretende tocarle los “atributos” al León. El día martes y ayer hizo un repaso de la mayoría de temas que nos tienen sumidos en un problema estructural que nos impide invertir en la gente y crecer a nuestro máximo potencial.
Giammattei ha hablado en estos casi dos días de presidencia de problemas reales y ha dicho que sus principales ejes serán el combate a la desnutrición y la corrupción. Decisión correcta, creo yo, porque la desnutrición es algo que nos garantiza que nuestra población nunca pueda dar el salto de calidad y con eso sufre la gente misma y sufre el país, mientras la corrupción ha sido el medio por el cual muchos se han asegurado que en Guatemala sea más “rentable” ser inescrupuloso que eficiente, preparado y ético.
Si bien es cierto que la tarea de componer el país es de todos, tampoco podemos negar que quien está llamado a liderar el esfuerzo y mandar las señales correctas es el mismo Presidente de la República y de ahora en adelante debe hacer su mejor esfuerzo para asegurarse que sus palabras vayan de la mano de sus actos: “walk the walk y talk the talk” como dicen en el norte.
Y por eso es que consideré un grave error el haber consentido que su partido negociara con los Alejos y partidos como la UCN para hacerse de la Junta Directiva. Ayer el mandatario dijo que no negoció, pero que en todo caso se alegraba que eso hubiera pasado porque eso le permitirá hacer más cosas durante el primer año.
Yo no soy de los que creen que si ganaba la UNE la cosa se componía porque ese partido se ha construido de forma muy oscura, pero sí considero que Giammattei tuvo la oportunidad de arrancar “Sin Congreso” porque aunque no tendría por ahora los votos en el pleno (lo cual es relativo), no haber permitido la negociación de quien fuera su partido le habría ganado más adeptos con todos aquellos que entienden lo que significan las mafias del Congreso.
Y digo que es relativo porque, dadas las mafias con las que tiene que negociar, cada voto se irá poniendo más caro o tendrá que sacrificar más capital político. Al mediocre de Jimmy Morales bastó que le dejaran su antejuicio “abierto” para tenerlo comiendo de la mano y terminar de hacer su presidencia una moraleja que solo a los preocupados agradó.
Giammattei se está planteando retos importantes y necesita saber ejercer el poder, saber que habrá muchos que buscan cerrarle el círculo esperando el gran momento para meterle la daga y maniatarlo. Y de una de esas personas de las que debe cuidarse es de Consuelo Porras porque ella ayer demostró que su lealtad no solo es con los que eran jefes de Morales, sino también con el expresidente mismo.
Por mucho que hayan trabajado en una mesa previa a asumir el poder (Giammattei, Porras y el pobre diablo del Contralor), si Porras no se alinea de una vez por todas en favor del Estado de Derecho y de perseguir la corrupción sin importar quien sea el infractor (como lo dijo ayer el Presidente), ella terminará siendo su verdugo cuando se molesten los que mandan si de verdad se le tocan los huevos al León.
Construir una nueva y mejor Guatemala, más justa e incluyente, en la que podamos trabajar alrededor de mínimos es tarea de todos, sin duda, pero quien por mandato popular está llamado a liderar la carga es el presidente Alejandro Giammattei y la pelota está en su cancha. Si el mandatario aprieta los botones pensando en el país, sin importar lo que cueste, será nuestra obligación sumarnos y sería un crimen no aprovechar una oportunidad de cambio.