La única función que realmente cumple el Parlamento Centroamericano, al menos en lo que a Guatemala respecta, es el de servir para refugio de políticos que buscan inmunidad y para otros que ni siquiera a diputados de nuestro desprestigiado Congreso pueden aspirar. Lo demuestra el acto de nuestro actual gobernante, quien ha movido cielo y tierra para asegurar que pueda ser juramentado en el término de la distancia para evitar de esa manera que pueda ponerse en marcha el aparato de justicia para procesarlo por alguno de los muchos delitos de los que ha sido formalmente acusado y otros que aún están pendientes de ser judicializados debidamente.

No le basta a Morales el escudo que es su Consuelo y es tanto su miedo que tendrá que salir corriendo del acto de entrega de su cargo hacia la sede del Parlacen, pidiendo a Dios que no lo agarre alguien en el camino, para ser juramentado y de esa manera mantener su inmunidad que, en todo caso, resulta cuestionable como se demostró con el caso de Alfonso Portillo.

El presidente que pide a otros “ser machitos”, tendrá que correr cobardemente a esconderse bajo las naguas del inútil Parlamento Centroamericano para evadir, otra vez, a la justicia que tiene abundantes razones para demandar que se siente en el banquillo de los acusados y resuelva su situación jurídica. La valentía no es cuestión de género y la historia demuestra que hay mujeres más valientes que muchos hombres, pero para quienes tienen ese errado concepto de que ser macho es ser valiente, hablar de ser machito sigue siendo un término que identifica no sólo a quien supuestamente es capaz de enfrentarse a cualquiera, sino también de abusar de cualquiera, especialmente de las mujeres. Y está visto que los más machitos son los primeros que se desinflan cuando llega la hora de rajar ocote y lo vimos con Morales aceptando sumisamente que Trump le dijera que está “mandando a lo peor de su país como migrantes porque los que llegan son criminales peligrosos” y su respuesta fue la sonrisa de zonzo que tantas veces nos ha mostrado.

El Parlamento Centroamericano tiene un elevadísimo costo que se sufraga con los impuestos de todos los habitantes de los países que lo componen y a lo largo de su historia no hay ni un solo caso en el que se pueda decir que ha hecho algún aporte. Léase bien, ni un solo caso para demostrar la utilidad de ese foro regional que es una auténtica vergüenza porque sólo es manto de impunidad.

Redacción La Hora

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