Alfonso Mata
Uno de ellos debe ser impulsivo y apasionado; el otro intelectual, meditativo, reflexivo. Ambos con misión de desmontar la estructura actual. Uno que se subleve y ataque injusticias; levante voz y mano contra la opresión y miseria; ambos negándose al más leve compromiso ajeno a ello. Uno debe elevarse contra la autoridad sacrosanta de legislativo y judicial, escogiendo como su blanco un actuar y denunciar ilegal en ellos y teniendo como fin acabar con “el que paga se premia”; ambos actuando contra “no toleraremos injusticia alguna” y “no vamos a servir ni a servirle ni a aprovecharnos”.
Ni en uno, ni en el otro caso, se trata de dar explicaciones mentirosas y defensivas, ni tampoco de interpretar, sino de “Actuar” en forma devastadora y ofensiva contra lo que es corrupción. Pero si solo vamos a escuchar un crujir y tambalearse, estemos seguros que esfuerzos y gastos se dedicaran a continuar con el autocanibalismo contra la sociedad y la fosilización del estado. Necesitamos gigantes promotores de justicia y equidad que sean sus fanáticos activistas. No necesitamos enanos en busca del príncipe para la bella nación, sino de caballeros que sepan portar y usar la armadura de la probidad.
Necesitamos de un binomio que represente ideas y no clases; que represente grupos sociales y no asaltadores movidos por intereses mezquinos cuajados de inequidades y exclusiones. Necesitamos volver reales las ideas que modelen un comportamiento responsable hacia un modo y estilo de vida de bienestar de una mayoría y de espacios de oportunidad para lograrlo. Eso significa fijar en principio el programa de lo que harán y como lo harán y firmar el compromiso al respecto ante la patria y el ciudadano.
Como pueblo, necesitamos capturar la libertad para consolidar y eso significa que nuestro binomio presidencia electo trabaje entendiendo que, sin oportunidad y seguridad social y una satisfacción económica mínima pero suficiente, no puede haber ni libertad de crecimiento humano, social y ambiental, ni democracia, algo de lo que está urgido el país. Terminar con un sistema tan desigual de libertades como ha existido y que ha conducido tanto a la explotación entre hermanos como a la irrelevancia, es el único camino de poder llamar a un binomio cachimbón que significa en nuestro caso “hombres de y para la democracia”.
Necesitamos de un binomio que pueda ver cerca y lejos. Hombres que sus acciones correctas los agigante, que los distinga por su perspicacia política e intelectual hacia lo justo y honesto. Que en ellos sea más grave el cumplimiento del deber que el peligro de perder el pellejo o ser rapaces. Que sean capaces de formar una cooperativa de corazones y cerebros que se arrojen a resolver la ecuación del desarrollo de la nación con la calma, severidad y precisión del matemático y con la solidez y rapidez del maratonista, para atender y quebrar la miseria con voluntad inquebrantable, impidiendo que, dentro de cuatro años, el pueblo en medio de una mueca de espanto y desesperación, se tire de nuevo a falsas esperanzas.