Hoy publicamos un reportaje de Margarita Girón respecto a los 97 migrantes centroamericanos que, hasta ahora, han sido deportados a Guatemala para que aquí tramiten sus solicitudes de asilo en los Estados Unidos, de conformidad con el concepto de Tercer País Seguro que se maneja en el derecho internacional. El detalle es que Guatemala, como Estado, no brinda ninguna atención ni albergue a esos deportados que se comprometió a recibir, porque todos están llegando a la Casa del Migrante que es parte de la Pastoral de Movilidad Humana mediante la cual la Iglesia Católica brinda asistencia a los migrantes, pero el colmo es la burda mentira que dijo el asesor presidencial de la Casa Blanca, Mauricio Claver-Carone, quien afirmó tajantemente el 15 de agosto pasado que la implementación del Acuerdo no costaría un centavo a Guatemala.

Viendo las cosas, lo que Claver-Carone quería decir es que ni Guatemala ni Estados Unidos gastarían un centavo en la atención a los deportados que, de conformidad con los acuerdos, tendrían que esperar en nuestro país, por ser Tercer País Seguro, el trámite de sus solicitudes de asilo. Según explicó ayer el Padre Mauro Verzeletti, encargado de la Casa del Migrante, ellos no reciben ninguna ayuda gubernamental y actúan de acuerdo al sentimiento humanitario que inspira su misión. Dijo que tienen capacidad para atender hasta a cincuenta refugiados y que no han llegado aún a esa cantidad, explicando que los gastos se sufragan con donaciones de la Iglesia y de particulares.

Eso nos lleva al meollo del asunto. Ni Estados Unidos ni Guatemala como Estados se hacen cargo de los deportados que Washington aseguró mantener y a quienes nuestro país les garantiza su vida, seguridad y buen trato de acuerdo con los términos que en derecho internacional rigen para la operación de los países seguros que albergan refugiados.

En el fondo el único interés que hay es el de deportar a los inmigrantes que piden asilo y así olvidarse de ellos. Por esa razón la mayoría de los deportados prefieren irse de vuelta a su país de origen, pensando en volver a intentar por otras vías su viaje a Estados Unidos, en vez de quedarse bajo la “protección” de un Estado fallido que presume de ser Tercer País Seguro.

La atención a refugiados es una preocupación universal y por ello es que para Naciones Unidas resulta tan importante el asunto, pero la entidad a cargo de ese trabajo no fue tomada en cuenta, por supuesto, en la negociación y firma de los oscuros acuerdos migratorios.

Redacción La Hora

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