Ayer don Iván Velásquez, jefe de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, explicó en forma detallada cómo se revirtió la lucha contra el pecado original de la democracia en nuestro país, consistente en el financiamiento electoral en el que se conjugan los dineros del crimen organizado, de los corruptos en general, de los contratistas y proveedores del Estado, además del de quienes, por esa vía, consolidan su posición de dueños del país al punto de que son quienes nombran a los ministros de economía y finanzas para que les protejan sus intereses.

Vale la pena leer la cadena de mensajes en su cuenta personal de Twitter porque explica lo ocurrido con todo detalle. Sabemos que existió una política nacional para forzar al fin de la lucha contra la corrupción y que la misma se produjo mediante una poderosa alianza de todos los involucrados, pero el detalle de la forma en que se fue logrando el objetivo está en esos mensajes y en la forma llana y sencilla en que lo explica Iván Velásquez.

El problema de la corrupción es grave en Guatemala, pero la puerta a ese vicio queda abierta con los pecados existentes en el financiamiento electoral. Los electos en nuestro país no asumen compromiso con los electores, sino con quienes les dieron dinero para ganar una elección basada en pura propaganda sin planteamientos concretos ni efectivo mandato generado en las urnas. El único mandato válido es el generado mediante el dinero que se provee generosamente para financiar la actividad electoral y que permite a los financistas asegurar que cada gobierno trabaje de manera que sea, literalmente, de ellos, para ellos y por ellos, en vez de que se cumpla el anhelo expresado por Lincoln de un gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo.

Hemos explicado hasta la saciedad que la lucha contra la corrupción iba viento en popa hasta que se tocó el meollo del asunto con el financiamiento electoral. Que robaran en aduanas y hasta en contrataciones era inaceptable y castigar a los políticos ladrones era motivo de aplauso. Pero al entrarle a la fuente de todo el problema, el financiamiento electoral, todo cambió y se armó Troya, no porque Jimmy Morales fuera señalado, sino porque se destapó el juego eterno de la mal llamada democracia en el país y se evidenció por qué es que Guatemala tiene verdaderos dueños que se aseguran cada cuatro años el control pleno y absoluto de las funciones del Estado. En Twitter, Velásquez lo explica en detalle.

Redacción La Hora

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