Marco Trejo
El transporte colectivo y pesado es parte esencial de la economía de un país, pero en Guatemala se ha convertido en un contacto con la Muerte, los empresarios y los pilotos dejan mucho que desear y no entienden con el ejemplo porque cada día vemos accidentes que enlutan a toda la sociedad.
Empecemos con los del servicio colectivo. La mayoría de choferes y ayudantes son unos patanes, no tienen la más mínima educación y vocación de servicio para el usuario que utiliza los buses. Circulan y paran para subir pasaje por donde se les viene en gana, transitan a velocidades no permitidas en carretera, sobrecargan los buses y cobran tarifas no autorizadas robándole a la gente.
Los del transporte pesado no se quedan atrás, viajan en carriles izquierdos sobrepasando los límites de velocidad, no llevan luces traseras y laterales, el equipamiento de señales de emergencia brilla por su ausencia y muchos de los choferes, porque no se les puede llamar pilotos, no tienen la edad ni la experiencia para conducir un vehículo de este tipo.
En síntesis, un desastre que no tienen la culpa los transportistas, si no que la tiene un Estado débil que permite todo lo que estos señores se les da la gana hacer. Los precios por transporte son elevados y se rigen por el precio del combustible, pero los salarios que tienen dan pena y por eso es que dan trabajo a jóvenes sin experiencia, quienes reciben cualquier tipo de remuneración.
El mismo presidente de la Gremial de Pilotos del Transporte Pesado, Rudy Mendoza, ha señalado este tipo de cosas, pero los empresarios hacen caso omiso a las quejas. No les da pena ver todos los días accidentes donde se ven involucrados sus choferes y que en muchos casos dejan luto y dolor como en el recién accidente de Gualán, Zacapa.
Un amigo me escribió en redes sociales sobre este caso que dejó muerte en muchas familias y me dijo que lo que pasa es que los directores de las entidades que velan por la regulación de estos transportes son políticos y ponen a gente que solamente vela por los intereses de los transportistas y no por los intereses de la población en general.
Pero con este último suceso acaecido antes de las fiestas de fin de año, nos deja la reflexión de que se tienen que crear correctivos y controles de estos servicios de transporte colectivo y de carga. En otros países se tienen reglamentos de circulación y controles de dopaje-alcoholemia, para evitar que los choferes viajen bajo efectos de drogas o alcohol. Además, se verifica en básculas el peso de la carga, lo cual evita sobrepeso y daño de la cinta asfáltica.
Lo que es importante verificar es como obtuvieron las licencias de conducir clase A, se necesitan varios requisitos y tener experiencia para maniobrar los vehículos, pero en Guatemala algunas Academias de Automovilismo, entes encargados de hacer los exámenes respectivos, venden los mismos en Q1 mil 800, entonces le da acceso a cualquiera a tener un documento aparentemente legal.
Por eso es importante que el nuevo gobierno tome cartas en el asunto y si es posible que haga la creación de una entidad que regule el transporte colectivo y pesado, con el fin de evitar que siga muriendo tanta gente valiosa en Guatemala. Esta indiferencia estatal que ha quedado evidenciada con el percance de Gualán, Zacapa, nos muestra que para los politiqueros no tiene valor la vida y ese derecho humano debe ser fundamental en cualquier país del mundo.
En vez de crear secretarías presidenciales, que solamente sirven para pagar deudas politiqueras, mejor se debe crear una Dirección General de control del Transporte Colectivo y Pesado.